Con que el Padre lo permita

Yu Eui-jeong, desde Pohang, Corea

7,419 visualizaciones

En Sion, me dieron un deber inesperado. Al principio, le di gracias a Dios por usarme, aunque era imperfecta en muchos aspectos. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, sentí que era una carga.

“Fue demasiado para mí.”

“Si esa hermana lo hubiera hecho, lo habría hecho mejor.”

En el momento en que me sentí enervada y me embargó la vergüenza, leí un versículo de la Biblia que me dio fuerza.

“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados.” Mt. 10:29-30

Está escrito que un pajarillo cae a tierra solo cuando Dios lo permite. Dios cuenta incluso todos nuestros cabellos. Entonces, ¿qué pasa con las cosas que les suceden a los hijos amados de Dios? No hay nada que nos sea dado por casualidad. Todo es una bendición otorgada por Dios. Me avergoncé ante Dios por sentirme agobiada, sin conocer su voluntad. Al mismo tiempo, estaba agradecida con Dios por haberme elegido para llevar a cabo la obra del evangelio, aunque carezca de muchas cosas.

Cualquiera que sea la tarea que me sea asignada, haré todo lo posible por participar en la obra de Dios. Quisiera agradar al Padre y a la Madre cumpliendo mis deberes confiados por Dios como una joven como el rocío del alba que voluntariamente se ofrece a Dios.