Florecimiento de la fe después de una larga espera

Kim Mi-ja, desde Uijeongbu, Corea

6,682 visualizaciones

Un buen día de mayo, instalamos una tienda de campaña en la calle y entregamos la noticia acerca de la Iglesia de Dios, presentada en diarios y revistas. Muchos transeúntes mostraron interés, uno de ellos era un anciano que trabajaba como agente de seguridad en un complejo de apartamentos. Mostró interés diciendo que nunca había oído de la Iglesia de Dios, y nos pidió que lo visitáramos en su trabajo considerando su horario.

Pocos días después, fuimos a verlo. No obstante, nuestra visita no lo hizo feliz pues tenía malentendidos acerca de nuestra iglesia después de escuchar información errónea de la gente. Fue triste pero no tuvimos más opción que irnos.

Varios meses después, lo recordamos mientras pasábamos por el complejo de apartamentos donde trabajaba, así que lo visitamos de nuevo. Se sintió feliz de vernos, a diferencia de aquella vez. Entonces nos contó sus problemas con su vida religiosa, los cuales no había contado a nadie más. Parecía que había estado pensando mucho en ello. Nos dijo que había probado muchas denominaciones, por temor a que Dios le dijera en el día del juicio que no lo conocía. Pero adondequiera que iba, le decepcionaba que la gente se interesara más en los asuntos seculares que en la salvación de sus almas. Pensando que Dios nunca estaría en un lugar así, leía la Biblia solo y oraba a Dios que lo ayudara a encontrar la iglesia donde mora el verdadero Dios.

Como siempre leía la Biblia, tenía muchas preguntas. Le explicamos la verdad, comenzando de la verdad de que el culto dominical no está en la Biblia. Al principio se sintió un poco confundido, pues él había estado guardándolo. Sin embargo, después de confirmarlo por medio de la historia de la iglesia y la Biblia, estuvo de acuerdo con el Día de Reposo del séptimo día. Cuando le explicamos la segunda venida de Jesús según la profecía de David, se negó a aceptarla bajo la idea de que Dios no puede venir como un hombre. Pero luego de ver el testimonio de la Biblia, lo reconoció. Y al principio del invierno, recibió a Dios Elohim.

—¡Me gusta la Iglesia de Dios porque guarda el Día de Reposo y la Pascua, y no tiene la cruz, y enseña la verdad sobre Jesús en su segunda venida! —manifestó.

—Dios concede una nueva vida a un pecador como yo. Estoy muy agradecido —dijo en su bautismo, con los ojos llenos de lágrimas.

También nosotros nos conmovimos hasta las lágrimas.

Después del bautismo, venía a Sion cada día y estudiaba la Biblia, y guardaba el Día de Reposo hasta que dejó su empleo. Comprendió más a través de los Libros de la Verdad y los sermones, y hace pocos meses trajo a un compañero de trabajo. Su colega había dejado de asistir a una iglesia protestante debido a las ocupaciones de su trabajo, y solo estaba orando. Vino a Sion algunas veces para estudiar la verdad. Pronto él también renació como hijo de Dios.

Los dos hermanos ancianos mantuvieron su fe firme en Dios hasta la última etapa de su vida, y ahora las flores de su fe finalmente están floreciendo en la Iglesia de Dios. Siempre tratan de vivir según la voluntad de Dios y predican a sus familiares y conocidos, diciendo que deben ir juntos al cielo. Su seriedad hace palpitar mi corazón. Aún hay mucha gente en el mundo que está buscando la palabra de Dios. Recorreré el camino del evangelio con más seriedad para encontrar a toda nuestra familia celestial perdida sin omitir a nadie.