Predicación a siete mil millones de personas con el espíritu de Ubuntu
Equipo misionero de corto plazo a Kampala, Uganda y a Kigali, Ruanda
Veintiséis miembros de la iglesia de Los Ángeles, EE. UU., y sus iglesias sucursales cercanas, formaron dos equipos y planearon misiones de corto plazo en Uganda y Ruanda. Uganda se ubica en el interior de la parte este de África, y Ruanda es su país vecino que comparte fronteras con el sudoeste de Uganda. Aunque los dos países son contiguos, difieren en muchos aspectos;
por ejemplo, los ugandeses usan el inglés y el swahili como idiomas oficiales, mientras que los ruandeses usan comúnmente el francés y el kinyarwanda.
Para la mayoría de nosotros, los dos países eran mundos desconocidos de los cuales solo habíamos oído los nombres. Estábamos llenos de expectativas y emoción, especialmente cuando nos enteramos de que el evangelio aún no había sido predicado en Ruanda. Preparamos nuestras misiones de corto plazo con gran excitación, imaginando cuántos miembros de la familia celestial estarían esperándonos allí. Deseamos ansiosamente encontrar a los miembros de la familia celestial allí, y comprender al menos un poco del sacrificio del Padre y la Madre siguiendo su camino del evangelio en esos países donde todos eran nuevos para nosotros.
Nos tomó dos días completos llegar a Kampala, la capital de Uganda, desde Los Ángeles, pasando por Turquía. El equipo de Ruanda tuvo que tomar el autobús allí y viajar once horas más hasta Kigali, su destino final. A pesar del inusual viaje de larga distancia, tan pronto como llegamos, salimos a las calles con las palabras de Dios y abundante amor para buscar a nuestros hermanos y hermanas perdidos, olvidando la fatiga. Afortunadamente, un hermano y su esposa, que son originarios de Uganda, habían venido antes que nosotros y preparado nuestro alojamiento y transporte, de modo que pudiéramos centrarnos en la predicación de inmediato. Cada equipo de corto plazo tenía una meta por cumplir durante dos semanas como sigue:
Equipo de Uganda: Ayudar a la pareja misionera a hallar a muchos hermanos
Equipo de Ruanda: Establecer la primera Casa-Iglesia en Ruanda
La misión de corto plazo en Uganda marchó sin problemas desde el comienzo. Numerosas personas corrieron a Sion a estudiar la palabra de Dios, recibieron la verdad inmediatamente y se bautizaron, por lo que no podíamos comer a tiempo.
En Ruanda, donde el nuevo pacto se predicaba por primera vez, era como dar el primer paso del evangelio adondequiera que íbamos. A diferencia de Uganda, los frutos no se llevaban de forma inmediata, pero no dudamos de que Dios nos haría encontrar buenas almas.
Lo que fortaleció esa fe fueron las palabras de bendición de la Madre. La Madre nos preguntó sobre cada detalle, como si no hacía mucho calor, cómo eran la comida y el agua allí, y cómo estaba nuestra condición corporal, y luego nos bendijo: “¡Lleven muchos bonitos frutos! ¡Todos los miembros del equipo, sean obreros del evangelio!”. La Madre no olvidó bendecir al equipo de Ruanda con el establecimiento de la primera Casa-Iglesia.
El profundo amor de la Madre fue transmitido expresamente a nosotros mediante su voz que brinda fe y ánimo a sus hijos. No podíamos sentir la larga distancia física en absoluto. Gritamos “amén” con lágrimas ante las palabras de la Madre y nuestra pasión se hizo más ardiente.
Un par de horas después de recibir la bendición de la Madre por teléfono, finalmente oímos la noticia sobre el primer fruto del equipo de Ruanda. Fue el que había estudiado unas dos horas el día anterior; volvió a visitar nuestro alojamiento, estudió varios temas y recibió a Dios Elohim. El hermano había estado en una posición elevada en un país islámico. Había sido tan entusiasta como musulmán que incluso memorizó todos los versículos del Corán (libro sagrado del islamismo), pero dejó su vida religiosa porque no podía resolver sus preguntas sobre el mundo espiritual y una sensación de vacío, y había estado buscando la verdad por diecinueve años. Al escuchar la verdad del nuevo pacto, se llenó de alegría al ver respondidas sus preguntas de siempre, y nos sorprendió guardando todos los cultos e incluso participando en la predicación. El hermano, que domina cinco idiomas incluyendo kinyarwanda, francés, inglés y árabe, se ofreció voluntariamente para ser intérprete del equipo misionero de corto plazo, utilizando su talento al máximo.
La primera bendición de la Madre: “Lleven buen fruto”, se cumplió de esta manera. Desde luego, la misma bendición se derramó en abundancia sobre el equipo de Uganda. Los ugandeses se mostraron tan interesados en la Biblia que nos hicieron sentir apenados por no haber venido antes, y casi todos respetaron las nuevas citas para estudiar más. Estábamos plenamente en nuestro elemento al predicar la verdad.
Muchas personas desearon renacer como hijos del Padre y la Madre celestiales y recibieron una nueva vida. Al ver a las almas decidiendo vivir en obediencia a la palabra de Dios, dimos gracias a Dios una y otra vez por llamarnos al lugar del cumplimiento de la profecía: “En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zac. 8:23).
Entre tanto, corrimos por todas partes para establecer la primera Casa-Iglesia de Ruanda, que era otra bendición de la Madre. Mientras íbamos de un lado al otro, la historia de Abraham repentinamente vino a nuestra mente. Cuando Dios le ordenó a Abraham que abandonara la casa de su padre y fuera a la tierra que Él le mostraría, este no sabía a dónde ir ni lo que le esperaba allí. No obstante, Abraham fue, confiando en la palabra de Dios. Del mismo modo, movimos nuestros pasos rápidamente, creyendo que un lugar de bendición debía de estar preparado.
Sin embargo, la realidad no fue fácil. Para nosotros, los extranjeros, fue difícil hallar un buen edificio porque no sabíamos nada de esa área, así que no pudimos encontrar ningún lugar bueno hasta la tarde del jueves, que era el último día de la misión de corto plazo. Pero continuamos orando e hicimos esfuerzos por encontrar un lugar de culto sin darnos por vencidos, y como resultado, una Casa-Iglesia se estableció milagrosamente solo unas horas antes de nuestra partida, e inmediatamente nació el primer fruto. Fue un momento para confirmar que la palabra imposible no se halla en el vocabulario de Dios.
Nos preocupamos por la iglesia de Kigali, Ruanda, porque solo quedaban miembros nuevos, pero pronto escuchamos la noticia de que la iglesia de Ciudad del Cabo, República de Sudáfrica, decidió enviar un obrero allí, y exclamamos: “¡Verdaderamente nuestro Dios es el mejor!”. Nuestro Padre y nuestra Madre nos ayudaron, acompañándonos desde el principio hasta el fin.
¿Alguna vez han oído la palabra Ubuntu? Significa: “Soy porque somos”. Es un término bantú en África; en realidad, el pueblo bantú vive en Uganda y también en Ruanda. Nosotros sentimos lo mismo. Puesto que tenemos a los hermanos y hermanas que nos predicaron el evangelio, pudimos ser lo que somos hoy, y dado que tenemos a nuestra amada familia de Sion con nosotros, podemos apilar bendiciones desbordantes en el granero celestial todos los días. Esto también funcionó durante las misiones de corto plazo. Nos sentimos felices y abrumados en cada momento que estábamos con los hermanos y hermanas, que se respetan y conceden el uno al otro.
Hemos retornado a los Estados Unidos después de pasar un momento de ensueño allí. Aún nos queda una bendición de la Madre: “Sean obreros del evangelio”. A fin de cumplirla, hay muchas cosas que hacer: debemos deshacernos de nuestra naturaleza pecaminosa, volvernos más humildes y eliminar todo nuestro deseo de cosas fútiles.
Lo que más se requiere para lograr estas cosas debe ser la unidad, y la clave de la unidad debe ser el amor. Cumpliremos la unidad perfecta, siguiendo el ejemplo del amor que el Padre y la Madre nos mostraron y recordando el espíritu de Ubuntu que aprendimos en África, para completar la misión de predicar a siete mil millones de personas lo antes posible.