El valor de la verdad que comprendí de nuevo
Gwon Gu-hyeong, desde Yongin, Corea
Mi sueño desde que era estudiante era cumplir los recados de Dios en Europa. Hace unos pocos años, mi sueño se cumplió en Ámsterdam, Países Bajos, un mes después de terminar el servicio militar.
Me emocioné de que finalmente se cumpliera mi objetivo de muchos años, pero me preocupé al mismo tiempo. Fue porque escuché muchas veces que predicar el evangelio en Europa no era fácil.
En cuanto llegué a Ámsterdam, mis preocupaciones se hicieron realidad. Apenas podía comunicarme con ellos a causa de la barrera del idioma, y era muy difícil encontrar personas que prestaran atención a la Biblia. Aunque encontrábamos a una persona que escuchara la palabra, nunca volvíamos a verla. Como si el clima también nos contradijera, hubo tormentas y granizo por más de una semana desde el día que llegamos allí.
Era un día con mucho viento. Una señora nos permitió entrar cuando le dijimos que veníamos de Corea y queríamos explicarle acerca de la Madre celestial testificada en la Biblia. Y antes de sentarnos, nos dijo algo muy sorprendente. “Ustedes son cristianos, ¿verdad? ¿Sabían que la Navidad no es el nacimiento de Jesús y que el culto dominical no existe en la Biblia?” Nos tranquilizamos y le respondimos: “Lo sabemos. Esa es la razón por la que estamos aquí, para predicarle acerca de esto. Pero hoy, le explicaremos primero acerca de la Madre celestial como le mencionamos antes”.
Ella tenía un buen conocimiento de la Biblia. Cada vez que le enseñábamos un versículo, ella lo revisaba con su Biblia en alemán, en inglés y en neerlandés. También tenía muchas preguntas. Tuvimos que llamar al misionero porque no pudimos responder todas sus preguntas con nuestra habilidad en el idioma. Ella continuó el estudio con el misionero y duró casi tres horas. Se sorprendió mucho, y quería estudiar más, pero como había pasado mucho tiempo, hicimos una cita y nos fuimos. Cuando salimos, vimos el cielo azul. Fue el primer cielo despejado que vimos en ocho días desde que llegamos a Países Bajos.
El día que nos encontramos por segunda vez, ella no se veía muy feliz. Resulta que después de irnos, investigó en las páginas web por curiosidad y vio algunos comentarios difamatorios sobre la verdad. La ayudamos a distinguir la verdad de la falsedad una por una a través de la Biblia. Cuando terminamos de explicarle algunas cosas, nuevamente pasaron tres horas. Luego ella quiso que le explicáramos más la verdad, como la primera vez que nos encontramos.
Parecía una persona diferente la tercera vez que nos encontramos. Escuchaba la palabra como un manso cordero sin insistir en su conocimiento de la Biblia, y ese día estudió acerca del nombre nuevo de Jesús y renació como hija de Dios.
Después, ella se esforzaba por guardar el culto sin omisión y traía siempre un bolígrafo y un papel para escribir la palabra de Dios y grabarla en su corazón. Agradeciendo a Dios por la gracia de la salvación, participó en la predicación inmediatamente. Nos dijo que dejó de ir a la iglesia porque su anterior iglesia ni siquiera le enseñaba la Biblia y porque estaba cansada de los miembros de la iglesia que se molestaban cada vez que les hacía una pregunta, lejos de enseñarle. Diciendo que era la que iba errante de mar en mar buscando la palabra de Dios en el libro de Amós capítulo 8, mostró su emoción de haber encontrado a Dios y la verdad.
Su alegría por la verdad se mostró completamente a través de sus palabras y obras. Le gustaba leer la Biblia. Cuando le pregunté por qué le gustaban las palabras de la Biblia, respondió: “Algunos dicen que la palabra de Dios en la Biblia es angustiante, pero para mí es amor. Dios debe de haber hablado fuertemente porque nos ama mucho y quiere salvarnos. Los mandamientos de Dios en la Biblia son amor. Me siento muy feliz de recibir el amor de Dios”.
Cuando estudió acerca de Melquisedec, de repente lloró y confesó:
“Cuando vi cómo Melquisedec bendijo con pan y vino, supe que Melquisedec era una figura que representaba a Jesús. Pero cuando mencioné esto en mi iglesia anterior, nadie me creyó. Todos se reían y se burlaban de mí, pero aun así yo creía.”
Cada vez que ella no podía comunicarse completamente con los hermanos y hermanas coreanos, decía: “No estoy segura de lo que quieren decir exactamente, pero puedo sentirlo porque hemos recibido el mismo Espíritu Santo del Padre y la Madre”.
Cada Día de Reposo, trae comida hecha en casa para compartir con los miembros de Sion, y quiere ofrecer cualquier cosa necesaria en Sion. Ahora tiene un deseo: es visitar Corea y ver a la Madre. Realmente quiere decirle a la Madre: “La amo, perdóneme”, y por eso está estudiando coreano arduamente.
En Países Bajos, hay almas que realmente aman a Dios y están sedientas del agua de la vida. Lo que faltaba era mi fe.
A través de la hermana, comprendí una vez más lo preciosa que es la verdad del nuevo pacto que se nos han permitido. Estoy avergonzado de no haber conocido el valor de la gracia y el amor de Dios porque los recibí gratuitamente. Al igual que la hermana, daré gracias a Dios y caminaré con Él todo el tiempo.