Algo que conoce cuando lo hace
Ahn Byeong-chan, desde Seúl, Corea
Mis padres murieron temprano y yo tuve que ganarme la vida. Por eso, mi vida era literalmente como una guerra, y el mundo como un campo de batalla. A fin de no ser dejado atrás en el desalmado mundo donde nadie podía protegerme, trabajé con tenacidad. Incluso después de tener una familia pasado mucho tiempo, mi vida era la misma.
Haciendo el servicio de entrega en un supermercado, había estado trabajando de noche y durmiendo en el día por más de diez años. Era complicado incluso ver a mis hijas debido a mi ocupada vida diaria, y mi única alegría era conversar con los proveedores del supermercado y embriagarme. Ya que habíamos tenido una vida dura, todos éramos temperamentales y nuestras palabras y acciones eran bruscas. Sin embargo, éramos cercanos como una familia. Solíamos aliviar el estrés reuniéndonos, riendo y conversando cada mañana después de trabajar toda la noche o los fines de semana cuando no había trabajo.
No recuerdo cuándo, pero mi esposa comenzó a asistir a la Iglesia de Dios con nuestras hijas. Cada vez que mis hijas me pedían ir a la iglesia, agitaba las manos y decía: “No iré. Solo ustedes vayan al cielo”. Me había interesado en la Biblia y la religión cuando estaba en la escuela porque asistía a una escuela religiosa. Pero me gustaba beber y usar palabras rudas. Así que pensé que llevar una vida religiosa no iba conmigo para nada.
La Exhibición Literaria y Fotográfica “Nuestra Madre” fue un punto de inflexión en mi vida. De hecho, realmente no esperaba nada de la exhibición. Puesto que perdí a mi mamá a temprana edad, pensé que el amor de madre era algo que solo otras personas podían sentir. Pero mientras leía los escritos uno por uno, no pude contener mis sentimientos. Solo la había olvidado, pero ella era a quien amaba y extrañaba por naturaleza. Ella era como mi tierra natal en mi corazón. No podía llorar amargamente frente a otros teniendo más de cincuenta años, así que enjugué mis lágrimas en secreto y fui al baño, donde estallé en lágrimas.
“¿Por qué he estado viviendo así? Ni siquiera miré atrás. Al menos por mi suegra, quien me dio a su preciosa hija, no debo continuar viviendo de esta manera. Ahora cambiaré. Seré más fiel a mi familia.”
Con una firme determinación, acepté el bautismo, la señal de convertirme en hijo de Dios, como mi esposa e hijas deseaban. Y también prometí ir a la iglesia con mi familia una vez al mes. Era el primer paso para convertirme en un buen padre y esposo, pero no pude cumplir esa promesa. Cuando empecé a estudiar la Biblia por la petición del jefe de templo, llegué a conocer la voluntad de Dios. Entonces no pude guardar el culto solo una vez al mes. Las palabras de Dios que aprendí en Sion eran totalmente diferentes de lo que había aprendido anteriormente. No solo era una buena enseñanza a los oídos, sino que era la ley establecida por Dios Padre y Dios Madre, quienes realmente existen, y la ley que debía guardar.
Guardaba el culto del Día de Reposo cada semana. Mientras lo hacía, comprendí que debía llevar una vida santa y humilde, y ser gentil. Glorificar a Dios con buenas obras y predicar el evangelio diligentemente para salvar a las almas moribundas también eran las misiones que tenía que cumplir. Esto significaba que tenía que cambiar por completo el estilo de vida que había llevado más de la mitad de mi vida. Lo más urgente era cambiar mi estilo de vida intemperante y no hablar palabras rudas. Me preocupé al principio, pensando: “¿Y si las personas piensan que soy indulgente? ¿No estaré en problemas en mi trabajo? Sería un gran problema si pierdo clientes”. Muchos pensamientos llegaron a mi mente.
Con la fe de que Dios me ayudaría, puse en práctica las enseñanzas que aprendí en Sion. Fue sorprendente. Sucedió lo contrario de lo que pensé. Tenía miedo de que las personas se burlaran de mí o me ignoraran, pero en cambio decían: “Los asistentes a la iglesia realmente son distintos”, y tenían más confianza en mí. Como me volví gentil en palabras y obras, otras personas también me trataban de manera suave y gentil. Comprendí que, como había sido grosero con ellos, me habían tratado de la misma manera instintivamente.
Mi vida diaria, que era como un campo de batalla, se volvió tan pacífica como verdes praderas donde un rebaño de ovejas se alimenta de pasto. Asisto a Sion los Días de Reposo después de practicar las palabras de Dios con gozo y gratitud en la semana, y mi gratitud se duplica. Mientras estaba con los miembros de Sion que se dan amor unos a otros sin fingimiento, no podía dejar de expresar: “Estoy feliz”. Sin importar cuánto dinero ganara, la felicidad estaba en algún lugar lejano, como un arcoíris. Sin embargo, en Dios, la felicidad estaba en Sion, en casa y en mi centro de trabajo.
Las mejores palabras, Sion, el lugar más cálido, y los amorosos miembros de la familia celestial… Quería dar a conocer todas las cosas que comprendía y disfrutaba a las personas que vivían abrumadas por sustentarse sin conocer la felicidad, tal como yo en el pasado. No fue sencillo poner en práctica esa idea. Se debió a que dormía en cuanto llegaba a casa del trabajo, y estaba ocupado recibiendo órdenes y enviando artículos en el trabajo. También me preocupaba que las personas me consideraran extraño, o que me apartaran.
Así que al principio predicaba solo a mis conocidos que no se mostraban negativos con respecto a la Biblia. Mientras el tiempo pasaba sin llevar fruto, sucedió algo hace un año. Los sermones que escuché todos los días en mi teléfono móvil se convirtieron en la medicina para mi alma. Como está escrito: “La fe viene por el oír”, cada vez que escuchaba las palabras, me sentía agradecido por el hecho de comprender la verdad perfecta del nuevo pacto entre los siete mil millones de personas. “Somos las personas más felices que han recibido al verdadero Dios.” Esas palabras conmovieron enormemente mi corazón.
La verdad era tan preciosa que no podía guardarla para mí mismo con la excusa de falta de tiempo o valor. No quería seguir creando excusas. El apóstol Pablo no puso excusas por esto o aquello frente a un alma a la cual tenía que salvar de inmediato. Él hacía tiendas y predicaba el evangelio por su propia cuenta.
“Viviré como el apóstol Pablo. Hay decenas de personas que conozco cada día en el trabajo, y cuando incluyo a todas las personas que he conocido en los últimos diez años, hay cientos. Entregaré estas buenas nuevas a cada persona sin que falte nadie, al menos a una persona al día.”
Ya que me sentí entusiasmado por la obra del evangelio, cada vez que veía a mis conocidos hablaba sobre las palabras de la Biblia. Fue complicado hacerlo la primera y la segunda vez, pero después, la conversación fluía sin problemas. Incluso quienes no estaban interesados o se sentían incómodos porque su familia tenía otra religión, se ponían serios ante el tema de la vida y la muerte. Las personas de mi edad tienden a sentirse deprimidas o confundidas ante el pensamiento de que los días que tienen por vivir son más cortos que en el pasado. Como la Biblia muestra claramente el secreto de la vida y la muerte y hasta el camino al reino de los cielos, sus oídos se abrieron ampliamente. Además, cuando mostré mi sinceridad, manifestando: “Tengo paz en mi mente desde que asisto a la iglesia y creo en Dios”, “¿Por qué no viene a la iglesia conmigo? Su vida también cambiará”, las personas a mi alrededor contestaban: “Me he preguntado qué clase de iglesia lo pudo cambiar así”, y comenzaban a estudiar las palabras de la verdad con sinceridad.
Entre ellos, había incluso un conocido que trabajaba para la bebida. Ahora que lo pienso, él solía depender de las bebidas alcohólicas porque no tenía en qué confiar. Sorprendentemente, recibió la verdad sin dudarlo, abandonó su gran placer de beber, y pedía constantemente al jefe de templo que le enseñara la verdad. Ahora guarda regularmente los cultos conmigo. Él expresa que es realmente bueno creer en Dios.
Un amigo mayor que yo, que había asistido a una iglesia protestante con su familia por más de veinte años, también recibió la verdad. Al inicio, se mantenía al margen de mi predicación, diciendo que había ido a todas las iglesias recomendadas. Pero al escuchar sobre Dios Madre, se sorprendió y estudió la Biblia por cerca de un mes, y renació como hijo de Dios.
Más de sesenta personas fueron guiadas de esta manera desde el año pasado hasta el inicio de este año. No sabía que había tantos miembros de la familia celestial a mi alrededor. Nunca lo habría sabido si no les hubiera predicado, pensando que no tenían interés en la iglesia o en la Biblia dado que llevaban una vida satisfecha externamente.
Hace poco, un amigo de mi ciudad natal, a quien le había predicado por teléfono por más de seis meses, recibió la bendición de una nueva vida. Aunque no lo pude ver frente a frente, podía predicarle si deseaba, y todo el que escuchaba abría su corazón y venía a Dios. No podía hacer otra cosa que predicar más arduamente. Dicen que cuando uno hace lo que le gusta, no se siente cansado. Exactamente en esa situación me encuentro ahora. Dios derrama su Espíritu Santo sobre mí todos los días, por lo que mis ojos se abren alegremente al despertarme y estoy lleno de emoción. Estoy verdaderamente feliz y lo digo en serio. Estoy contento de estar en Dios con mi familia, y estoy doblemente feliz de poder compartir la felicidad con preciosas personas a mi alrededor. Es algo valioso que no puedo pagar con dinero.
Espero que todos los miembros de Sion también puedan disfrutar de dicha alegría. Si encontramos a todos los miembros de nuestra familia celestial rápidamente, el Padre y la Madre no desearán nada más. No es difícil. Es jactarse sobre la bendición que hemos recibido y sobre cómo la obtuvimos. Es como sugerir un buen alimento para nuestros amigos cercanos. Entonces Dios Todopoderoso nos ayudará en todo. Si lo intentan una vez, sabrán que hay muchos hermanos y hermanas perdidos a nuestro alrededor y que Dios ha preparado mucha bendición para nosotros.