Cuando volvía de la escuela, mi madre solía prepararme bibimbap mezclado con kimchi de rábano, cebada cocida, una cucharada de pasta de pimiento rojo y gotas de aceite de sésamo silvestre. Era una de mis comidas favoritas. Pero en los últimos diez años, no he comido bibimbap. Con solo mirarlo, me entristecía y rompía en llanto, por lo que no podía comerlo.
Hace una década, mi hermano mayor me dijo que a mamá le quedaba solo una semana de vida. Aunque mi madre sufría de cáncer, no tenía grandes problemas en su vida. Cada vez que hablaba con ella por teléfono, siempre se mostraba tan optimista que pensé que sería capaz de superar su enfermedad. Así que no pude creer lo que dijo mi hermano. Pensé en mi madre en todo el camino para encontrarla: “Mamá nunca caerá fácilmente”.
Sin embargo, en cuanto vi su rostro, caí al suelo. Su cuerpo entero se había vuelto pálido, y su vientre estaba hinchado debido a la ascitis. Pensé tontamente que estaba bien porque siempre dijo que lo estaba. Fue por mi ilusión e indiferencia hacia ella. Aunque todo su cuerpo estaba deteriorado, nunca dijo: “Tengo momentos de mucho dolor”. Durante toda su vida, no recibió un buen trato de parte de sus hijos. Al ver a mi madre acostada débilmente, me golpeé el pecho.
“Realmente soy una mala hija. ¡Nunca comprendí el corazón de mamá ni una sola vez!”
Dos días después de que cuidara de ella, mamá ganó color y su vientre hinchado regresó a la normalidad. Sin embargo, después de tres días, incluso olvidó que yo estaba casada y solo habló sobre los recuerdos de su infancia. Mamá dijo que quería comer el bibimbap que había comido en su ciudad natal.
“Mamá, prometo prepararle bibimbap cuando vuelva a casa. Usted lo preparaba para mí a menudo. Sin falta lo prepararé para usted. Por favor soporte un poco más.”
Prometimos disfrutar el bibimbap juntas, pero como diagnosticó el médico, mamá falleció en una semana. “Mamá, ¿sabe cuánto la extraña su hija menor y cuánto más se me rompe el corazón cada vez que veo el bibimbap?”