Haciendo mi mejor esfuerzo

Lee Gyeong-ja, desde Suwon, Corea

6,988 visualizaciones

Hace dos años, fui operada de cáncer. Después de la cirugía, ingresé en un hospital de convalecencia para recibir tratamiento contra el cáncer. Un día, estaba tejiendo en la terraza cuando una paciente muy gentil se me acercó para conversar. Pronto nos hicimos amigas. Era de carácter muy amable, como la primera impresión que tuve de ella.

Incluso después de que me dieran de alta del hospital, seguí en contacto con ella. Cuando escuché la noticia de que se llevaría a cabo un concierto de sanación en una iglesia cercana, la invité. Temía que rechazara mi invitación, pero cuando aceptó venir voluntariamente, mis preocupaciones se deshicieron por completo. Cuando terminó el concierto, lo elogió y exclamó: “Fue un concierto muy hermoso. Muchas gracias por invitarme a este maravilloso evento”. Su respuesta positiva me animó, así que la invité a la Exhibición Literaria y Fotográfica “Nuestra Madre”, realizada en la iglesia de Dongtan, Hwaseong. También se conmovió profundamente en la exhibición, y recibió una nueva vida como hija de Dios como un manso cordero, después de comprender completamente la verdad de la Madre celestial.

La hermana comentó que no quería asistir a ninguna iglesia, aunque antes había sido invitada a varias, pero sorprendentemente, no sintió ninguna incomodidad cuando la invité a la Iglesia de Dios y realmente le agradó. Luego me preguntó qué debía hacer para obedecer la voluntad de Dios. Explicando detalladamente, tuve sentimientos encontrados.

De hecho, después de la cirugía de cáncer, tuve momentos difíciles durante las sesiones de quimioterapia. Sin embargo, mientras escuchaba un sermón, me enteré de que los miembros del extranjero guardaban su fe con todo su corazón para recibir la bendición de Dios a pesar de las circunstancias adversas, lo cual me despertó. En comparación con los miembros del extranjero que vencían las adversidades que enfrentaban, como el deterioro de la salud, las preocupaciones de esta vida y los desastres inevitables, con la esperanza en el cielo, mi enfermedad era bastante soportable.

Decidí no dejar de correr hacia el reino de los cielos. Comencé a hacer ejercicio aunque fuera por la fuerza, en lugar de permanecer inactiva con la excusa de que no tenía energía, y recibía consuelo de Dios a través de los cultos. Como resultado, mi pronóstico fue bueno.

Incluso antes de enfermar, oraba solo para mí misma. Sin embargo, después de enterarme de que hay muchos hermanos que están en situaciones aun más difíciles, guardando su fe, comencé a orar más por ellos. En particular, nunca olvidaba orar por los predicadores que se dedican a completar el evangelio. Fue por esa época cuando la hermana fue guiada a Sion.

Recibiendo la bendición de la salud y del fruto, pude sentir profundamente el poder de la palabra de Dios de que seremos justos si obedecemos cuidadosamente todas las leyes de Dios (Dt 6:25). Todos en este mundo atraviesan adversidades. Sin embargo, Dios nos da fuerza para superarlas. Nunca perderé el valor y la esperanza, aunque ocurran dificultades en mi camino, sino que me mantendré firme hasta el final, apreciando la voluntad de Dios y pensando en mis hermanos.