El increíble sentido animal

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¿Cómo ven, escuchan y sienten el mundo los animales? Es muy difícil imaginar el mundo animal con base en nuestros sentidos. Esto se debe a que varios animales en el planeta perciben el mundo de una manera diferente y diversa de los humanos. Para los animales, su mundo único creado por sus órganos sensoriales especiales se extiende ante ellos. Hagamos un viaje al maravilloso mundo de los sentidos de los animales.

Órganos sensoriales que sienten el mundo con mayor precisión: vista, oído, olfato

Con respecto a las personas con visión aguda, decimos que tienen “ojos de halcón”. En efecto, las aves rapaces como los halcones y águilas tienen una visión extraordinaria que les permite ver entre cuatro a ocho veces mejor que el ser humano promedio. Los halcones tienen cinco veces más células visuales que los seres humanos, y poseen dos máculas oculares, las cuales les permiten disfrutar con mayor precisión de un amplio campo visual. Por ejemplo, se cree que el cernícalo americano de la familia de los falcónidos (Falconidae) es capaz de encontrar una oruga de 2 milímetros de longitud que se arrastra en el suelo mientras se posa en un árbol de 18 metros de altura.

Aunque la vista del halcón es tan aguda, tiene una desventaja. Cuando se pone el sol, se vuelve casi ciego. Esto se debe a que no cuenta con bastones que funcionen en la oscuridad. Por otro lado, la retina del búho, llamado cazador nocturno, se compone principalmente de bastones, por lo que su visión nocturna es de 3 a 10 veces mejor que la de los humanos.

Muchos animales, como aves e insectos, perciben la luz ultravioleta e infrarroja que los seres humanos no pueden ver. La oruga, poseedora de un color protector, es perceptible para las aves capaces de ver los rayos ultravioletas, y la orina del campañol se visualiza fluorescente. Esto facilita encontrar el escondite del campañol. Muchas plantas florales tienen patrones que son visibles solo en el rango ultravioleta, apuntando al centro de la flor. Los insectos observan esta señal y localizan dónde está la miel con precisión milimétrica. Las serpientes tienen agujeros llamados fosetas loreales entre los ojos y las fosas nasales, que detectan los rayos infrarrojos. Con este órgano, sienten la temperatura corporal de los animales, lo cual les facilita la caza incluso en la oscuridad.

Las serpientes también tienen órganos olfativos extraordinarios. A menudo se ve a las serpientes chasqueando sus lenguas bífidas. Lo hacen para detectar el olor disperso en el aire, que es similar al aleteo nasal. Es porque las serpientes insertan las moléculas de olor adheridas a la lengua en el órgano olfativo conocido como el órgano de Jacobson que se encuentra en el paladar. El órgano de Jacobson es un par, uno a la izquierda y el otro a la derecha, por lo que las serpientes pueden sentir, respectivamente, las moléculas del olor que se separan en las puntas de la lengua bífida, y encontrar la dirección del olor a través de la diferencia de peso molecular detectado en la punta de la lengua a la izquierda y a la derecha.

En el caso de los insectos, pueden oler muy bien porque la mitad de sus células cerebrales se movilizan por el sentido del olfato. La mariposa macho huele la feromona secretada por la mariposa hembra desde varios kilómetros de distancia y vuela allí. Las hormigas se reconocen y se comunican entre sí al discernir las ligerísimas diferencias químicas de las feromonas.

Creemos que es natural escuchar con dos oídos ubicados a la izquierda y derecha de la cabeza, pero los insectos tienen una situación diferente. Los grillos y saltamontes verdes usan sus tímpanos adheridos a sus patas delanteras para escuchar los gritos de los machos, tratando de cortejar a las hembras; y los tímpanos de las polillas castañas se encuentran en la parte posterior de su cuerpo para que les sea más fácil escuchar la aproximación de sus enemigos naturales.

A menudo pensamos que escuchamos con los “oídos” y vemos con los “ojos”, pero algunos animales ven el objeto con los sonidos. El murciélago, que vive en cuevas oscuras, es el personaje principal. Los murciélagos disparan ondas ultrasónicas, escuchan el eco del ultrasonido y captan la ubicación y el tamaño de los objetos. Pueden distinguir sus propias señales entre miles de otros murciélagos. Es como si tuvieran sonares equipados en el cuerpo. Los murciélagos, que son ciegos, dependen completamente de la audición cuando vuelan y cazan. Tienen un sentido de la audición tan sobresaliente que incluso pueden atrapar pequeños insectos como mosquitos mientras vuelan entre las ramas de los árboles en la oscuridad.

Sensibilidad con todo el cuerpo: sabor y tacto

El bagre es un ejemplo de animal con excelente sentido del gusto. Es el ganador entre los vertebrados en cuanto a sentido del gusto. Están cubiertos de papilas gustativas que son trozos de células gustativas, y esto les permite probar con todo su cuerpo. Un bagre que nada en el extremo de un gran lago puede detectar una cucharada de una solución de aminoácidos que se deja caer al otro lado del lago.

Los insectos usan el sentido del gusto no solo para distinguir lo que es comestible de lo que no, sino también para encontrar un buen lugar para poner sus huevos. La lengua no es el único órgano que detecta el sabor; existen diversos órganos que lo detectan. La blanquita de la col saborea con sus patas delanteras. Dado que las larvas de las blanquitas de la col crecen comiendo solo las hojas de la familia de los mandarinos, la blanquita de la col madre prueba las hojas con sus extremidades anteriores antes de poner sus huevos, para determinar si es una hoja adecuada para hacerlo.

Las mantis y los ditiscinos están equipados con un supersensor táctil llamado antena, que les permite sentir incluso la vibración de una millonésima parte de un milímetro. La araña, que es altamente táctil y puede detectar incluso cambios en pequeñas vibraciones de un nanómetro, advierte los alimentos atrapados gracias a la vibración de la telaraña. Las arañas analizan las vibraciones que rebotan de la red y con frecuencia verifican la presencia o ausencia de la presa.

La piel del cocodrilo que también se usaba para elaborar escudos o armaduras debido a su dureza y resistencia, es en realidad extremadamente sensible y puede sentir y distinguir hasta pequeños estímulos. En particular, las protuberancias alrededor de la boca de los cocodrilos son muy sensibles. El cocodrilo deja los ojos y la nariz sobre el agua y espera a la presa. Cuando detecta el movimiento del agua, presume su dirección y la ataca velozmente. Solo una gota de rocío que cae sobre la superficie del agua es suficiente para que el cocodrilo encuentre la dirección de su presa. Gracias a su piel única y sensible, no se pierde el momento en que la presa toca el agua.

Biobatería y biobrújula: electrorrecepción y magnetorrecepción

Algunos estímulos típicos que los animales pueden sentir, pero los humanos no, son la electricidad y el magnetismo. En particular, los animales acuáticos tienen capacidades excepcionales para detectar la electricidad. Los tiburones perciben la débil bioelectricidad emitida por las presas y las encuentran aun cuando se esconden en la arena y no pueden ver bien. Las anguilas eléctricas o las mantarrayas eléctricas que producen electricidad fuerte, no solo sienten la débil electricidad generada por la presa, sino que también vuelven a detectar el estado de la electricidad generada por ellas mismas para captar el entorno.

Incluso los mamíferos como los ornitorrincos y topos de nariz estrellada pueden detectar electricidad, y ambos tienen un aspecto muy singular. El ornitorrinco, que bucea y caza de noche, atrapa peces hábilmente aunque tiene enterrados los ojos y orejas en las arrugas de la cara para evitar que entre agua. Esto se debe a que el ornitorrinco tiene 40 000 electrorreceptores y 60 000 mecanorreceptores en la superficie de su pico. Gracias a su pico que funciona como ojo y mano, el ornitorrinco percibe vívidamente el oscuro mundo submarino.

El topo de nariz estrellada tiene una nariz en forma de estrella con 22 tentáculos. Esta superficie nasal de forma única está llena de órganos táctiles muy sensibles, llamados órganos de Eimer, que perciben las vibraciones y la presión microscópicas. Así es como pueden captar completamente el oscuro mundo subterráneo.

Las aves, tortugas, salmones, ballenas y muchos otros animales que viajan largas distancias, pueden detectar el campo magnético de la Tierra. Como la magnetita en sus cuerpos funciona como una brújula, pueden viajar largas distancias sin perderse en el cielo o en el mar. Las abejas melíferas también usan el campo magnético de la Tierra para construir colmenas hexagonales y encontrar ubicaciones, direcciones y distancias cuando vuelan. Recientemente, los estudios también han demostrado que los animales sienten las señales de terremotos, es decir, las vibraciones transmitidas desde el suelo.

Desde pequeños insectos hasta grandes depredadores, todos los animales del planeta tienen habilidades sensoriales especiales, que son armas secretas optimizadas para su supervivencia. Si observan sus habilidades sensoriales, pueden deducir que lo que ven, oyen y saborean no necesariamente se hace solo con sus ojos, oídos y lengua.

La humanidad no ha escatimado esfuerzos para traer dentro de nuestro alcance de conocimiento la información que no podemos obtener desde la percepción humana. Ahora, empleando ciencia y tecnología avanzadas, estamos rastreando las habilidades sensoriales de los animales y extendiendo nuestros sentidos al mundo sensorial de otros seres vivos. Sin embargo, todavía hay muchos más misterios que no se han resuelto. Puede deberse a varios factores que aún no podemos reconocer ni medir.

El mundo que los seres humanos pueden sentir es extremadamente pequeño y estrecho. Sin embargo, los animales mantienen la vitalidad mientras intercambian interacciones complejas con el medio ambiente, utilizando sus misteriosas habilidades sensoriales que superan los cinco sentidos humanos. En verdad, el mundo de los animales es maravilloso.

Referencias
Yuko Morita, Libro blanco sobre la supervivencia de varios animales (en japonés, “生き物たちのふしぎな超.感覺”), 2007
Ulrich Schmidt, Geheime Signale (Señales secretas), 2004
John Lloyd y John Mitchinson, The Book of Animal Ignorance: Everything You Think You Know Is Wrong (El libro de la ignorancia animal: todo lo que cree que sabe está mal), 2007
Karen Shanor y Jagmeet Kanwal, Bats Sing, Mice Giggle: The Surprising Science of Animals’ Inner Lives (Los murciélagos cantan, los ratones ríen: la ciencia sorprendente de la vida interior de los animales), 2009