La manzana nunca cae lejos del árbol

Verdad genética

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En 1920, una mujer afirmó ser Anastasia, la última gran duquesa de Rusia. Esto aconteció dos años después de que la familia imperial rusa fuera asesinada sin piedad durante la Revolución bolchevique. Anastasia fue la cuarta hija de Nicolás II, el último emperador de Rusia, quien fue la más amada de las cuatro princesas. Su aparición captó la atención pública junto con la simpatía por la tragedia de la familia imperial rusa.

El nombre de la mujer era Anna Anderson. Estuvo en el centro de la controversia; conocía los detalles de la familia imperial y estaba familiarizada con la etiqueta de la familia real, y las personas a su alrededor dieron testimonio de ella. En 1970, después de 37 años de lucha por encontrar la verdad, el Tribunal Supremo de Alemania dictaminó que no se podía probar si era cierto o falso.

Anderson no dejó de afirmar ser Anastasia hasta el momento de su muerte. Sin embargo, en 1991, el misterioso evento enfrentó una nueva etapa cuando se descubrieron los restos de la familia imperial que habían sido enterrados en secreto. Una comparación del ADN extraído de los restos y el ADN de Anderson, demostró que no había coincidencia. La verdad se reveló, y todo gracias al ADN.

Las leyes de Mendel

El rostro de un bebé se parece al de su mamá y su papá. Esto se debe a que los bebés heredaron la mitad de los genes de sus madres y la otra mitad de sus padres. También en el pasado, las personas sabían que los niños heredaban varios rasgos de sus padres, basadas en sus experiencias, aunque no entendían sus principios; incluso la gente de la antigüedad seleccionaba los ejemplares más fuertes cuando criaban ganado o cultivaban, a fin de obtener buenas variedades y especies. En cuanto al fenómeno genético, pensaron vagamente que los fluidos corporales de los padres se mezclan y se transmiten a los niños del mismo modo en que las tintas blanca y negra producen tinta gris cuando se mezclan; no comprendieron su principio exacto.

En el siglo xix, Gregor Mendel de Austria hizo la inferencia de que los factores que los padres dan a sus hijos existen en forma de un material único, a través de sus experimentos con las plantas de guisantes. Su investigación fue la primera en demostrar y validar las leyes genéticas en un enfoque estadístico.

Los guisantes utilizados por Mendel en el experimento de cruce fueron guisantes puros producidos a partir de una autofecundación repetida que consiste en añadir polen en el propio estigma. Mendel estudió siete rasgos como el color y la forma de los guisantes entre las distintas características que se muestran en esos guisantes puros.

Primero cruzó los guisantes amarillos puros con los guisantes verdes puros. De acuerdo con las teorías anteriores, debería haber obtenido guisantes verde lima, porque el verde y el amarillo producen verde lima. No obstante, el resultado fue solo guisantes amarillos. En otras palabras, solamente el rasgo amarillo se manifestó a pesar de que el guisante recibió tanto el factor amarillo como el factor verde de los dos guisantes puros. Los rasgos heredados por los padres no se mezclan como líquidos, sino que se transmiten a sus descendientes en forma de sustancias únicas que se pueden combinar y separar.

En este caso, los rasgos como el color amarillo en el guisante cruzado se denominan dominantes, y el rasgo como el color verde que no se manifestó se denomina recesivo. Los factores que determinan ciertos rasgos genéticos se heredan de ambos padres, uno de cada padre, y forman un par, y se distinguen como dominantes y recesivos. Aquí podemos ver que el rasgo dominante se muestra preferentemente en comparación con el rasgo recesivo.

Entonces, ¿qué sucedió con el rasgo recesivo que no se manifestó? Para obtener una respuesta a esto, Mendel autopolinizó los guisantes híbridos que obtuvo de la primera fertilización cruzada. Entonces, los guisantes amarillos y verdes produjeron una proporción de 3:1. Parecía que el rasgo recesivo había desaparecido, pero apareció en el guisante que recibió solo el rasgo verde, el rasgo recesivo, de ambos padres.

ADN, el cuerpo principal del gen

A pesar de que la investigación de Mendel fue ciertamente trascendental, no atrajo la atención de la academia de ese tiempo. No obstante, vio la luz 35 años después cuando otros científicos que estaban interesados en asuntos similares redescubrieron las mismas leyes. Después de ello, los científicos se concentraron en buscar los materiales que según Mendel eran responsables de la herencia en las células.

A principios del siglo xx, el biólogo estadounidense Walter Sutton descubrió un hecho sorprendente mientras observaba los cromosomas en los núcleos con un microscopio. Los cromosomas siempre han existido en pares, pero también existen como células reproductivas individuales (óvulos o espermatozoides). Estos fueron emparejados con los cromosomas de las células reproductoras de cada uno durante la fertilización. Esto era coherente con las características del material genético que Mendel había predicho. A través de esto, Sutton divisó la idea de que el material genético está presente en los cromosomas. Posteriormente, Thomas Morgan demostró que los genes se encuentran en los cromosomas, mediante sus experimentos con las moscas de las frutas.

En cuanto a los humanos, un núcleo celular contiene 23 pares de cromosomas. Cuando un cromosoma, que parece un hilo grueso, se despliega, se observa el ADN (ácido desoxirribonucleico) que envuelve proteínas llamadas histonas. Este ADN de dos metros de largo es el cuerpo principal del gen.

Al igual que una computadora almacena información en una matriz de dos dígitos, 0 y 1, el ADN también codifica y almacena información de síntesis de proteínas en varias secuencias de cuatro bases. Por ejemplo, la información sobre una proteína que compone la hemoglobina, se almacena en el ADN con 438 pares de bases. Entre este ADN, la parte que tiene la información que puede producir cierto rasgo sintetizando una proteína, se llama “gen”. Se conoce que un humano tiene alrededor de 30 000 genes. Hoy, se ha llegado a la etapa de completar el proyecto del genoma humano que descifra alrededor de 3000 millones de secuencias de ADN humano, y se han realizado activamente varias investigaciones usándolo para identificar el origen de los trastornos genéticos.

El ADN revela todo

Una de las cosas que siempre se menciona en las telenovelas sobre el secreto del nacimiento es la prueba de ADN. Incluso en una realidad más dramática que una telenovela, a menudo podemos ver pruebas de ADN para el asunto de las cuantiosas herencias. Se debe a que el ADN, que los hijos heredan de sus padres, demuestra el parentesco con mayor precisión que cualquier otra cosa. Entre un padre y un hijo, y una madre y un hijo, la mitad del ADN es el mismo, y un promedio del 50 % del ADN se comparte entre los hermanos. Es por eso que el parentesco podría ser confirmado a través de pruebas de ADN como en el caso de la falsa Anastasia mencionada al principio.

La mayoría de las pruebas de ADN actuales utilizan un análisis de repetición en tándem corto (STR por sus acrónimos en inglés). Es un método para seleccionar y examinar las partes del ADN que tienen estructuras diferentes, dependiendo del individuo, en lugar de leer todo el ADN. En el ADN, hay partes repetidas de varias secuencias de nucleótidos. Los números repetidos son diferentes en cada persona, por lo que es posible identificar a los individuos como sucede con las huellas digitales o probar el parentesco de los individuos analizando varias secciones repetidas.

A diferencia del análisis de STR que analiza el ADN nuclear, el análisis del ADN mitocondrial analiza el ADN presente en las mitocondrias, los orgánulos. Dado que el ADN mitocondrial solo se hereda de las madres, este puede confirmar la línea materna.

Algunos hijos tienen los rasgos faciales notables de sus padres, su modo de caminar e incluso sus hábitos de sueño, por lo que se puede decir de quién son hijos a simple vista. Por esa razón se dice: “La manzana nunca cae lejos del árbol”. Significa que un hijo se parece inevitablemente a sus padres.

Probablemente esto explica por qué la relación entre los padres y sus hijos se considera una relación hecha por el cielo. Dado que los genes de los padres están contenidos en cada célula de sus hijos, nadie puede negar a sus padres. Los padres y sus hijos están vinculados en una relación que no se puede romper. ¿Qué nos enseña esta providencia?