La incubación de huevos: El amor de las aves por sus crías (І)
Thomas Alva Edison, el rey de la invención, era curioso desde niño. Un día, Edison desapareció y su familia entró en conmoción. Resultó que se había quedado dormido mientras se acurrucaba empollando huevos de ganso. Sin embargo, contrariamente a sus expectativas, ningún huevo eclosionó. ¿Por qué los huevos de ganso no eclosionaron?
El nido: un hogar para las crías
La incubación y la eclosión son las partes más importantes de la reproducción aviar. Hacer un nido es el primer paso para incubar los huevos. Así como un hombre necesita un refugio contra la lluvia y el viento, un ave también necesita un nido en el que pueda proteger a sus huevos de los enemigos naturales y criar a sus bebés que nacerán pronto. Por esta razón, las aves ponen todos sus esfuerzos en hacer sus nidos. Los padres aves escudriñan los lugares elegidos y eligen el mejor material, que incluye sus propias plumas para el nido.
Existe una tremenda diversidad en la localización y estructura del nido. Las aves nidífugas (del latín nidus, “nido”, y fugere, “huir”; también conocidas como aves precoces) reconocen a su madre tan pronto como salen del cascarón y la siguen. Como abandonan el nido poco después de la eclosión, sus nidos son construidos en el suelo o sobre guijarros junto al agua o en las grietas. Por el contrario, las aves nidícolas (del latín nidus, “nido”, y colous “habitar”, también conocidas como aves altriciales) están desnudas y ciegas cuando salen del cascarón. Sin la protección de los padres, no pueden sobrevivir. Así que permanecen en el nido durante mucho tiempo y reciben cuidado y protección de sus padres. Es por eso que las aves nidícolas, tales como las palomas, los búhos, las golondrinas y los pájaros carpinteros, construyen nidos fuertes en lugares seguros, a diferencia de las aves nidífugas.
Los pájaros carpinteros, que son aves nidícolas, anidan en cavidades de árboles altos. Cuando cavan sus nidos, consideran meticulosamente cada aspecto del árbol: la especie, la dirección, la altura y el espesor. Los pájaros carpinteros construyen sus nidos a un nivel más alto que un edificio de cinco pisos para evitar los ataques de los enemigos naturales, como las aves de rapiña, y resguardarse de la tormenta. Ellos cubren la entrada del nido con ramas. No escatiman una enorme cantidad de tiempo y esfuerzo hasta completar el nido.
A veces, el nido construido por un pájaro carpintero es tomado por otras aves que no pueden hacer sus nidos picoteando árboles. Por ejemplo, los trepadores construyen sus nidos reconstruyendo nidos viejos de pájaros carpinteros. Como los trepadores son pequeños y débiles, buscan nidos abandonados de pájaros carpinteros al final del invierno, antes de que llegue la temporada de incubación de otras aves. Cuando encuentran uno, ingresan y estrechan la entrada para que otras aves no se metan.
Cuando una pareja de trepadores encuentra un nido que les gusta, su primer trabajo es limpiarlo. Esto se debe a que los pájaros carpinteros extienden pequeños trozos de madera en el fondo del nido. Luego, un trepador moldea arcilla en bolas del tamaño de un guisante y las lleva. Repite hacer bolas de arcilla y las lleva cada uno o dos minutos, ochenta veces al día en promedio. Aunque muy a menudo vienen pájaros carpinteros, los propietarios originales u otras aves que también están buscando nidos, y rompen la casa, el trepador no se rinde y continúa llevando bolas de arcilla para sus futuros bebés.
Un trepador macho hace guardia y un trepador hembra construye el nido. Por el tiempo en que el nido está terminado y pone huevos, el trepador hembra está cubierto de lodo con su vientre hinchado y su pico se ha desafilado después de haberlo utilizado mucho. Esto es comprensible dado que para hacer una bola de arcilla y aplicarla uniformemente sobre el muro, tiene que cortar finamente la arcilla más de doscientas veces.
Los monarcas colilargos japoneses, que tienen colas largas y sofisticadas, construyen nidos hermosos. Ellos tejen el marco del nido fuera del tronco de los árboles para que pueda ser estable para la incubación, y fijan musgo en el exterior del nido, de modo que se vea similar a los alrededores. A su nido se le añade un material muy especial: telaraña. La viscosidad de la telaraña hace el nido firme y ayuda a que el musgo se adhiera a los troncos de los árboles. Los monarcas colilargos japoneses suelen construir sus nidos en un lugar sin sol y húmedo en un bosque denso. Sin embargo, como las ramas de árboles del nido están tejidas con grandes espacios entre ellas, drena bien, y la humedad restante es absorbida por el musgo de la superficie. Como resultado, el nido se seca rápidamente. Cuando llueve, los padres monarcas colilargos japoneses se sientan en cuclillas para cubrir el nido como un techo.
La incubación: el cálido pecho de los padres
Cuando se prepara el nido, la madre ave comienza a poner huevos. Después de poner los huevos, el primer contacto entre los padres y sus crías es a través de la incubación de huevos, que es el proceso de empollarlos para mantenerlos calientes. En promedio, toma dos o tres semanas desde la puesta de huevos hasta la eclosión. Algunas especies comparten deberes; los padres se turnan en la incubación, y algunas otras especies confían la incubación de huevos completamente a uno de los dos. Pero una cosa es cierta: casi nunca dejan el nido desatendido.
Antes de la incubación, los padres pierden las plumas del pecho y forman un parche de incubación. Un parche de incubación es un parche de piel gruesa sin plumas que es visible y está bien suministrado de vasos sanguíneos. Gracias al parche de incubación, los padres pueden adherir su piel a los huevos y abrazarlos con más calidez. Los pájaros carpinteros sacan sus plumas en grupos para hacer un parche de incubación. Esto es para quitar las plumas y calentar los huevos mejor con la piel al descubierto. En el siguiente invierno, cuando las aves mudan de plumas, obtienen plumas de nuevo en sus parches de incubación. Las aves se vuelven más sensibles durante la temporada de incubación de huevos. Con resistente paciencia, reducen el tiempo de caza y empollan los huevos que eclosionarán pronto.
Ambos padres suelen cuidar de las crías juntos, pero los pingüinos emperadores machos muestran su excepcional amor hacia sus bebés. El pingüino emperador macho incuba un huevo en el intenso frío de -60 ℃. Tan pronto como la hembra pone un huevo y lo baja con delicadeza, el macho lo rueda para ubicarlo entre sus patas, y lo coloca sobre sus patas y lo cubre con la piel de la parte inferior del vientre. Dando su peso a los talones, toma todas las precauciones para que el huevo no toque el hielo. Cuando la hembra va al mar para buscar comida para su cría después de poner el huevo, el macho lo incuba hasta la eclosión, ayunando durante aproximadamente un mes y medio. Debido a que el macho debe soportar durante unos dos meses, permanece casi en silencio, sin moverse ni una pulgada. Se dice que el macho casi siempre mantiene el huevo seguro sin perderlo, aunque caiga por un precipicio o se deslice por una colina cubierta de nieve.
Cuando el bebé sale del cascarón, el macho genera una sustancia similar a la leche, llamada leche de buche para alimentar a su polluelo, a pesar de estar cerca de la inanición. Durante casi cuatro meses desde el momento en que el macho se aparea e incuba hasta la eclosión del huevo, no come nada. Como resultado, pierde la mitad de su peso y sus plumas se desgastan, ya que pierden su brillo. Por ese tiempo, la hembra regresa y toma su turno. El bebé vive sobre las patas de sus padres durante unos 45 días después de la eclosión.
Los patos y gansos salvajes se comunican con sus crías durante la incubación del huevo. Cuando un bebé está colocado al revés, es difícil que salga del huevo cuando eclosiona. En casos desafortunados, se queda atascado en la cáscara del huevo y no sale y muere. Antes de que suceda tal cosa, los bebés piden ayuda a su madre ave haciendo sonidos. Entonces, la madre ave rueda los huevos con su pico y se detiene cuando los bebés en los huevos señalan “ahora está bien”. Es como cuando un bebé recién nacido llora, pidiéndole ayuda a su madre.
La madre ave también hace sonidos para consolar a los bebés que lloran en los huevos. Sus sonidos significan: “No te preocupes, mamá siempre está aquí contigo”. Las aves nidífugas recuerdan los sonidos de su madre ave que oían cuando estaban dentro del huevo. Cuando salen del cascarón y dejan el nido, siguen a su madre ave por su sonido.
La conversación que los huevos tienen entre sí también es increíble. Como las aves nidífugas parten de inmediato después de la eclosión, todos los bebés deben salir de sus huevos al mismo tiempo. Cuando un bebé está listo para salir, hace un ruido muy fuerte como tambores. Significa: “Están listos? ¡Yo estoy listo!”. Cuando se escucha este sonido, los demás bebés en sus huevos crecen más rápido; su corazón late, y la respiración y el metabolismo se hacen más activos. De esta manera, los bebés en el mismo nido eclosionan al mismo tiempo.
La eclosión: rompiendo la superficie del huevo y saliendo al mundo
La cría que ha crecido con el máximo cuidado de sus padres, está lista para salir al mundo. Pero es difícil desde el primer paso. No pueden eclosionar a la vez. El bebé en el huevo mueve su cuerpo y comienza a picotear alrededor de la parte achaparrada del huevo con su diente de huevo1, una protuberancia en su pico. Cuando se forma una grieta parecida a un asterisco, el bebé comienza a salir del cascarón. El huevo queda agrietado por un tiempo bastante largo. Por lo general, deben pasar horas antes de que se forme un agujero en el cascarón. A medida que el bebé mueve sus patas y su cuello, el huevo se agrieta más y al final sale. Es una verdadera lucha para el bebé, ya que tiene que moverse por sí mismo desesperadamente durante más de 48 horas.
1. Diente de huevo: un diente temporal o protuberancia del pico utilizado para perforar la cáscara y la yema de huevo. Después de terminar la incubación, se atrofia progresivamente o se pierde.
Un huevo no puede empollarse solo. Los padres preparan cuidadosamente el nido para sus bebés. Ponen toda su atención en el nido y lo protegen sin comer ni beber adecuadamente, hasta que la vida nazca y crezca. No dudan en perder parte de sus hermosas plumas para que puedan abrazar cálidamente a los huevos. Gracias al máximo amor y cuidado de los padres, los bebés pueden enfrentar el mundo.
Los eruditos dicen que tales comportamientos de las aves son su instinto innato. Simplemente lo hacen aunque nadie les enseñó a hacerlo. Pueden ser criaturas pequeñas e insignificantes, ¡pero qué conmovedor es su amor hacia sus crías!
- Referencias
- Olin Sewall Pettingill Jr., Ornithology in Laboratory and Field, Academic Press, 1985
- Vitus B. Dröscher, Tierisch erfolgreich: Überlebensstrategien im Tierreich (en alemán), Goldmann, 1996