El cristianismo es una religión que cree en la encarnación de Dios

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Hace poco un reportero me preguntó: “¿Por qué la Iglesia de Dios cree en Dios en la carne, mientras que muchas otras iglesias no creen en Dios encarnado?”. Él agregó que aunque nos adherimos a la verdad y seguimos el camino correcto con una fe saludable, podría parecer extraño y anormal para otras personas.

La pregunta del reportero me recordó que la verdad de la Biblia, que todos deberían conocer, no se ha predicado lo suficiente a las personas en general, ni siquiera a los cristianos. Eso me hizo sentir ansioso y frustrado. En realidad, el cristianismo en sí es una religión que reconoce que Dios ha venido en la carne.

La “trinidad” de la que los cristianos hablan, indica que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo son un único y mismo Dios. En la época del Padre cuando Dios trabajó para la salvación de la humanidad con el nombre de Jehová, Él existió principalmente en espíritu y entregó su voluntad a través de los profetas. Sin embargo, hace dos mil años, Dios vino a esta tierra con el nombre de Jesús hecho semejante a los hombres y predicó personalmente el evangelio para la salvación de la humanidad. El cristianismo es una religión que cree en Jesucristo, Dios encarnado, ¿no es así? El tema central del cristianismo es la fe en el hecho de que Dios vino en la carne; el cristianismo es una religión basada en una absoluta creencia en la encarnación de Dios.

Dios que vino en la carne para sus hijos

Si alguien dice que Dios no puede venir en la carne, se reconoce a sí mismo como alguien que niega la omnipotencia de Dios. A través de la vida anterior de Salomón y Job, la Biblia testifica que toda persona que nace en esta tierra existía como espíritu en el reino de Dios antes de la creación del mundo (ref. Pr. 8:22-31, Job 38:1-21). Incluso los hijos de Dios, que fueron creados por Él, existían como espíritus y nacieron en la carne. ¡Cuánto más puede Dios, que es el Creador, venir a esta tierra en la carne!

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” He. 2:14-15

El núcleo de la fe que los apóstoles y los antepasados de la fe tenían, era la creencia en que Dios debía venir en la carne. El apóstol Juan, uno de los discípulos de Jesús, indudablemente declaró que Dios se hizo carne y vino a este mundo, en la primera parte del evangelio que escribió.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. […] Y aquel Verbo [Dios] fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.” Jn. 1:1-14

El hecho de que Dios en el cielo hubiera venido a esta tierra en la carne con el fin de salvar a la humanidad, es la noticia más bendita y llena de gracia para nosotros, ¿no es así? Dios como Espíritu, que debió haber permanecido en el cielo, moró entre su pueblo y los guio al camino de vida dándoles enseñanzas y ayudándolos a distinguir el bien del mal. Los que lo recibieron fueron llenos de gracia y verdad. Esta era la fe de los apóstoles que fueron enseñados directamente por Jesús y predicaron lo que les fue enseñado.

“Yo y el Padre uno somos. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.” Jn. 10:30-33

Jesús también dio testimonio de sí mismo como el mismo Dios Padre. Los versículos anteriores muestran claramente que Dios, que existe como Espíritu, tomó la forma humana y vino a esta tierra con el nombre de Jesús.

No obstante, los judíos intentaron apedrearlo diciendo que blasfemaba contra Dios al afirmar que era Dios. A los ojos de la mayoría de los judíos de aquellos días, Jesús no se veía como Dios, el Creador de todas las cosas, a quien habían estado sirviendo. Ante sus ojos, Jesús era simplemente el hijo de un carpintero que tenía una madre llamada María, y también tenía hermanos. Ellos consideraron a Dios, que vino como un hombre, simplemente como el fundador de una nueva religión y lo rechazaron por completo. Los que afirmaban creer en Dios lo llamaron “hereje” y lo crucificaron.

El espíritu del anticristo que no reconoce a Jesucristo que ha venido en la carne

Dios mismo nos enseñó que vendría en la carne. Contrariamente a la enseñanza de Dios, muchas personas pensaron: “¿Cómo puede un hombre afirmar ser Dios?”. Este era el pensamiento de los que fueron controlados por el espíritu de Satanás. La Biblia dice que el espíritu que no reconoce que Dios puede venir en la carne, es el espíritu del anticristo, y advierte que no debemos aceptarlo.

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo […]. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.” 1 Jn. 4:1-6

“Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo. […]” 2 Jn. 1:7-11

El espíritu del anticristo es el espíritu que niega que Jesucristo ha venido en la carne. El apóstol Juan, que testificó que Dios se hizo carne y vino a esta tierra, enfatizó: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Satanás. La Biblia distingue el espíritu de verdad del espíritu de falsedad según el espíritu reconozca o no que Dios ha venido en la carne.

Si una religión no cree en la encarnación de Dios, no es una religión cristiana. La insistencia que niega que la encarnación no es una enseñanza de Dios, y los que no creen en la encarnación de Dios, no pueden ser llamados hijos de Dios. Ahora, veamos algunos testimonios de Pablo, conocido como el “apóstol más grande”.

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte […]” Fil. 2:5-8

“de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.” Ro. 9:5

El apóstol Pablo reconoció repetidamente que Cristo vino en la carne, por lo que debe de haber sido una persona que permaneció en Dios. Él comprendió que Jesús era Dios encarnado, y se convirtió del judaísmo a la Iglesia de Dios (Gá. 1:13-14). Desde ese momento, testificó confiadamente a los santos de la iglesia primitiva de cada región que Jesucristo era en forma de Dios aunque vino a esta tierra en la carne, y que Dios vino como un hombre y llevó a cabo el ministerio de la salvación para los seres humanos.

La primera y la segunda encarnación de Dios

Toda la Biblia —el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento— escrita por la inspiración del Espíritu Santo, explica consistentemente la encarnación de Dios. Por ejemplo, el profeta Isaías profetizó que Dios vendría en la carne, más de 700 años antes de que Jesús viniera a esta tierra.

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Is. 9:6

Aquí, el hijo indica a Jesús. El versículo anterior dice que Dios Fuerte nacería como un niño. Esto significa que Dios ha venido a esta tierra en la carne. Por lo tanto, las profecías del Antiguo Testamento también testifican claramente la encarnación de Dios.

No debemos volver a cometer la insensatez de no reconocer a Dios a pesar de que Él habita con nosotros. Dios profetizó que aparecería por segunda vez para nuestra salvación.

“Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” He. 9:27-28

La Biblia muestra claramente que así como Cristo tomó la forma humana y se sacrificó como una ofrenda por el pecado en su primera venida, también debe encarnarse en la forma humana en su segunda venida. Si Cristo no hubiera venido en la carne, las palabras “primera venida” o “segunda venida” no serían necesarias. Espiritualmente, Jesús siempre está con nosotros hasta el fin del mundo (Mt. 28:18-20). Sin embargo, Él también debe venir en la carne visible a los ojos humanos. Por esa razón la Biblia dice que Cristo aparecerá por segunda vez.

Esta es la enseñanza dada por Jesús y los apóstoles hace dos mil años y también la verdad preservada por la Iglesia de Dios primitiva. Como las ideas y filosofías humanas dominaron la iglesia durante la Edad Oscura, las enseñanzas espirituales dadas por Dios desaparecieron gradualmente. La noción común de que Dios no puede ser un hombre, también es una idea influenciada por la filosofía.

Aunque el tiempo transcurre, la verdad no cambia. El cristianismo debe basarse en la enseñanza de que Dios vino en la carne. Lo mismo sucede cuando Él viene por segunda vez. Hay muchas profecías sobre la segunda venida de Cristo en la Biblia. Algunas profecías muestran que Dios aparecerá por segunda vez en la carne como un ser humano como uno de nosotros para salvar a la humanidad, y algunas muestran que Dios vendrá de Sion, donde se celebran las fiestas solemnes; y también está profetizado que Dios vendrá como el Espíritu y la Esposa y darán el agua de la vida a los seres humanos (ref. Ro. 11:26, Is. 33:20, Mt. 24:32-33, Ap. 22:17). Todas las profecías de la Biblia se están cumpliendo exactamente.

La historia del pasado ocurre incluso hoy en día; algunas personas reciben a Dios que ha venido en la carne, mientras que otras lo rechazan diciendo: “¿Cómo puede Dios convertirse en un ser humano como nosotros?”, tal como fue en su primera venida. No obstante, el cristianismo es una religión que cree en la encarnación de Dios, no una religión que niega su venida en la carne. Si alguien niega la encarnación de Dios, no es un cristiano sino alguien controlado por el espíritu del anticristo. Esto es lo que la Biblia enseña.

La iglesia que se ha establecido sobre el fundamento de la fe en Dios encarnado

No es fácil creer en Dios que ha venido como un ser humano. Supongamos que un joven carpintero de unos 30 años dice: “Soy Dios. Crean en mí”. ¿Creerían fácilmente que él es Dios? Pensemos en la situación en el tiempo de Jesús.

“Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Respondiendo Jesús, les dijo: Id, y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí.” Mt. 11:2-6

Ni siquiera Juan el Bautista, quien tuvo la misión de dar testimonio de Cristo, tuvo una fe perfecta en Jesús y le preguntó: “¿Eres tú aquel que había de venir?”. ¡Dios, que comió los mismos alimentos que yo y vivió junto conmigo! Cuando la gente se burló de Él, simplemente dejó que ocurriera; cuando lo arrastraron, fue arrastrado; y cuando lo azotaron, fue golpeado y azotado sin poder hacer nada. Se veía muy indefenso, incluso más que cualquier otro hombre. El hecho mismo de que viniera en la carne llegó a ser una prueba y un obstáculo para la gente. Por eso Jesús dijo: “Bienaventurado es el que no halle tropiezo en mí”.

Sin embargo, a los que creyeron en Dios que vino en la carne, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios. Ya que la gracia de la salvación se otorga solo a los que conocen y reconocen a Dios correctamente, Jesús dio testimonio de sí mismo claramente y bendijo a sus discípulos que lo reconocieron como Dios.

“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.” Mt. 16:13-19

Pedro reconoció confiadamente a Jesús, diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. En Isaías 9, aquel que nacería como un hijo era el mismo Dios Fuerte y Padre Eterno. Ya que Jesús tomó la forma humana, fue llamado “Hijo de Dios”, pero era en forma de Dios, tal como el apóstol Pablo dijo. Pedro creyó en esto firmemente.

Jesús le dejó en claro a Pedro que fue Dios quien se lo reveló, y le dio las llaves del reino de los cielos. Jesús dijo: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia”. Esto muestra que el fundamento de la iglesia es la fe que reconoce y acepta a Dios que ha venido en la carne.

Nuestra Iglesia de Dios es la iglesia que ha sido construida sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas que creyeron en la encarnación de Dios. Así que debemos enorgullecernos de nuestra iglesia y jactarnos confiadamente de Dios que ha venido en la carne.

En la actualidad, hay numerosas personas que afirman creer en Dios, pero aquel que no reconoce que Dios ha venido en la carne no puede decir que es un verdadero cristiano. Los judíos tuvieron la misma clase de pensamientos, por lo que finalmente fueron atrapados por el espíritu del anticristo y crucificaron a Dios en quien habían creído, ¿no es así?

Los apóstoles enfatizaron enérgicamente: “Jesucristo hombre” (1 Ti. 2:5). La encarnación de Dios es una enseñanza bíblica transmitida desde la iglesia primitiva. Debemos aferrarnos a esta verdad que Jesús enseñó personalmente y los apóstoles predicaron.

Como pueblo de Sion, tengamos más confianza en el hecho de que vivimos en esta verdad perfecta, y prediquemos las buenas nuevas de que Elohim, el Espíritu y la Esposa, ha venido a esta tierra en la carne desde los confines de la tierra. Espero sinceramente que todos sean grandes obreros del evangelio ayudando a muchas personas a conocer a Dios correctamente y guiándolos al camino de la salvación. ¡Nuestro Dios Elohim que ha venido en la carne por segunda vez para traernos la salvación y abrir nuestros ojos espirituales para reconocer a Dios que mora con nosotros! ¡Gracias por darnos tan maravillosa gracia y gloria!