Un ídolo es una imagen visible o invisible, creada por el diablo para hacer que nos alejemos de Dios, y lo adoremos a él. Una doctrina falsa que nos induce a no seguir la verdad es una clase de ídolo; y en un sentido amplio, todo lo que amamos más que a Dios es un ídolo. Esta vez, averigüemos en detalle qué es un ídolo.
1. Imágenes visibles
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; […]” Éx. 20:4-5
El universo creado por Dios es infinito; ni siquiera puede medirse con el conocimiento humano. Ahora podemos observar más el universo con los avances de la ciencia, pero lo único que hemos encontrado es que es demasiado vasto.
Es imposible para los seres humanos medir el tamaño del universo. Aquí, solo vamos a suponerlo bajo el conocimiento científico que tenemos.
Utilizamos la unidad “año luz” para medir la distancia en el universo. La luz viaja a una velocidad de 300 000 ㎞ por segundo; en un segundo, da la vuelta a la Tierra siete veces y media. Un año luz es la distancia que la luz puede recorrer en un año.
Hay cientos de miles de millones de galaxias en el universo. La galaxia en la que vivimos se llama Vía Láctea, y el sistema solar —la colección de planetas que giran alrededor del Sol— es parte de ella.
Nuestro sistema solar está a unos 28 000 años luz del centro de la Vía Láctea, y los planetas de nuestro sistema solar demoran unos 200 millones de años para orbitar la Vía Láctea a unos 200 ㎞/s. Hay cerca de unos 200 000 millones de estrellas en nuestra galaxia, pero están muy distantes de nosotros; estas aparecen como puntos y nos parece que brillan. Si el Sol estuviera a 10 000 años luz de distancia de la Tierra, sería como una de las muchas estrellas en el cielo oscuro.
El centro de nuestra galaxia emite 100 billones de veces más energía que el Sol. Sin embargo, como está muy distante de nosotros, solo parece un racimo de estrellas débiles. Tomarían 100 000 años luz viajar desde un extremo de nuestra galaxia hasta el otro; en el universo, hay cientos de miles de millones de galaxias.
Dios creó este inmenso universo, y nosotros somos los que adoran a Dios el Creador. ¿A qué, pues, haremos semejante a Dios, o qué imagen le compondremos? ¿Puede el Sol creado por Dios simbolizar a Dios? ¿O puede Dios ser comparado con la Luna, que es su creación? El Sol y la Luna no significan nada para Dios. Incluso una inmensa galaxia no es más que la creación de Dios. Dios Todopoderoso, el Creador, no puede ser simbolizado por nada, y el único deber del pueblo de Dios es seguir sus mandamientos.
“¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? […] He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas […]. Como nada son todas las naciones delante de él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es. ¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis? El artífice prepara la imagen de talla, el platero le extiende el oro y le funde cadenas de plata.” Is 40:13-19
“Los ídolos de las naciones son plata y oro, obra de manos de hombres. Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tampoco hay aliento en sus bocas. Semejantes a ellos son los que los hacen, y todos los que en ellos confían.” Sal 135:15-18
2. Ídolos invisibles
1) Doctrinas
Entre los ídolos invisibles, existen doctrinas que son diferentes de los mandamientos de Dios. Dios nos dio sus mandamientos. Si las personas no guardan los mandamientos de Dios, y guardan otras doctrinas, esto es idolatría. Por ejemplo, Dios estableció el Día de Reposo, pero si las personas guardan el domingo, llamándolo Día de Reposo, entonces es idolatría violar el Día de Reposo. Dios también estableció la Pascua, pero si las personas no celebran la Pascua sino el 25 de diciembre, el nacimiento del dios sol, es una idolatría que viola la Pascua. Dios también estableció la Fiesta de los Tabernáculos, pero si la gente rechaza la Fiesta de los Tabernáculos y guarda el Día de Acción de Gracias, el mandamiento creado por el hombre, es una idolatría que viola la Fiesta de los Tabernáculos. Quebrantar los mandamientos de Dios y celebrar los mandamientos creados por los hombres es idolatría contra los mandamientos de Dios.
2) Pasatiempos
En el mundo, a las personas se les anima a tener pasatiempos saludables. Es bueno tener pasatiempos solo si no se cruzan en nuestro camino hacia el reino de los cielos. Sin embargo, si nos detienen en nuestro camino, son ídolos que nos atraen más que Dios.
Supongamos que a una persona le encanta ir de excursión, y sale de excursión en el Día de Reposo, el día de culto a Dios. Para él, la excursión es un ídolo. Si un miembro de fe débil no asiste a un culto por ver un juego de fútbol en el Día de Reposo, el fútbol es un ídolo para él. Todo lo que uno ama más que a Dios —que lo atrae más que Dios— es sin duda un ídolo.
Pero no se considera ídolos a las actividades de esparcimiento apropiadas de los que guardan el culto a Dios y hacen la obra del evangelio.
3) Cosas materiales
“porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1 Ti 6:10
Para las personas a las que les encanta hacer dinero más que guardar los mandamientos de Dios, el dinero es un ídolo que causa que se alejen de Dios. Por supuesto que necesitamos dinero para vivir en la tierra, pero si una persona se encariña con el dinero, y ama al dinero más que a Dios, el dinero es sin duda un ídolo para él.
Asesinatos, robos y toda clase de crímenes atroces resultan del amor al dinero. Cuando uno ama el dinero, lo considera superior a las personas; y cree erróneamente que las personas existen para el dinero, y no que el dinero existe para las personas, y esta es una especie de idolatría.
4) Codicia
“Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia.” Col 3:5-6
Varios tipos de ídolos nos tientan para alejarnos de la fidelidad a Dios; y uno de ellos es la codicia. Buscar las mejores cosas es parte del instinto humano. Sin embargo, tenemos que estar alertas para no seguir el instinto excesivamente; si amamos hacer esto más que amar a Dios, esto es idolatría. Robar las cosas de otros es el resultado de seguir la codicia, y la obsesión por alcanzar una posición alta y respeto es un tipo de idolatría. ¿Tienen alguna relación con la salvación? ¿Pueden guiarnos al reino de los cielos? No importa lo que sea, si amamos algo más que a Dios, es un ídolo.
“Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.” Ro 8:5-7
5) Personas
Si una persona ama a alguien más que a Dios, esa persona es un ídolo para él. Para aquel al que le encantan las celebridades, y le gusta ir a verlas, incluso olvidando el tiempo de adorar a Dios, o está obsesionado pensando en ellas durante el culto, esto sin duda es un ídolo para él. Los hijos, padres, esposo o esposa de una persona pueden ser un ídolo, si los ama más que a Dios.
“El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.” Mt 10:37-39
Esto no significa que no debamos amar a nuestros padres e hijos, sino que no debemos amarlos más que a Dios, porque nos hace alejarnos de Dios y no lograr ser salvos.
Ya que Jesús lo sabe todo —nuestra vida en el cielo, en la tierra y después de la vida—, nos enseñó a amar más a Dios para que podamos ser bendecidos.
Si ama a alguien, querrá agradarle y tratará de saber qué le interesa. Si a él le gustan los poemas, irá a una librería y comprará un libro de poemas para leerlo; porque usted quiere hablar de poemas con él para ganar su corazón.
Del mismo modo, si amamos a Dios, trataremos de hacer lo que le agrada a Dios, y cumpliremos lo que Dios quiere que hagamos.
6) Nuestros propios pensamientos
Aunque decimos que servimos a Dios, tendemos a hacer las cosas de acuerdo con nuestros propios pensamientos en vez de seguir la voluntad de Dios. Cuando nos aferramos al pensamiento: “Dios debe trabajar así”, esto nos lleva a rechazar a Dios cuando Él trabaja y ama a los seres humanos de una manera diferente de nuestros pensamientos. Nos aferramos a nuestros pensamientos porque nos consideramos más justos que Dios; esto es idolatría que nos aleja de Dios.
Saúl, el primer rey de Israel, recibió la orden de Dios y envió sus tropas a destruir a los amalecitas y todo lo que les pertenecía. Saúl pensaba que las palabras de las personas tenían más sentido que la palabra de Dios; él destruyó las cosas que eran despreciables y débiles, pero dejó lo mejor de las ovejas y el ganado, y lo engordado de las ovejas, es decir, todo lo que era bueno.
Cuando Samuel señaló su falta, Saúl se excusó: “El pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal”. Entonces el profeta Samuel dijo: “¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (1 S 15:21-23).
Dios nos enseñó que desobedecer su palabra es como el pecado de adivinación, e insistir en nuestros propios pensamientos en vez de seguir su palabra como la maldad de la idolatría. Debemos saber que ser desobedientes y obstinados es cometer idolatría.
Debemos tener fe para obedecer la palabra de Dios; solo entonces podremos seguir al Cordero por dondequiera que va. Ser incapaz de seguir al Cordero por dondequiera que nos guíe significa que pensamos que somos más justos que Dios. Cuando pensamos: “Creo que Dios debe hacerlo de esta manera. ¿No se supone que debería hacerlo así?”, no podemos seguir a Dios.
“Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios.” Ro 10:2-3
Los hombres son ignorantes; no podemos predecir lo que sucederá incluso un momento después. No sabemos si el diablo, el malvado enemigo, nos ha tendido una trampa en el camino por el que vamos, porque parece bueno. Supongamos que Dios, que sabe todo, nos ordena hacer un desvío. Si decidimos no hacer el desvío y pensamos que es correcto, no podremos prestar atención a las palabras de Dios nunca más. Si pensamos que nuestros pensamientos son más justos que los de Dios e insistimos en nuestra manera, caeremos en la trampa del diablo.
Es una grave idolatría insistir en nuestra propia justicia sin conocer la justicia de Dios. El ídolo del que debemos abstenernos los que estamos en la verdad es considerar nuestros propios pensamientos y juicios como los más justos. Está escrito: “Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” (1 Co 8:2). En realidad, lo que entendemos es muy poco. Por lo tanto, siempre debemos ser humildes. No nos volvemos humildes simplemente fingiendo ser modestos; podemos pensar con humildad y comportarnos con humildad cuando comprendemos lo mucho que nos falta, y lo ignorantes que somos. En otras palabras, necesitamos conocernos a nosotros mismos. Podremos ver a Dios correctamente cuando conozcamos nuestra posición, situación y condición. También debemos temer a Dios. Temer a Dios significa respetar a Dios. Si no tememos a Dios, nos volvemos insolentes y arrogantes. Entonces nuestra mente se llena de ídolos, y nos alejamos de Dios, solo para acercarnos al diablo. Si me engrandezco, Dios, que obra en mí, se hace pequeño; si me hago pequeño, Dios, que obra en mí, se engrandece. Sabiendo esto, debemos convertirnos en “corderos más pequeños que el Cordero”, para poder seguir a Dios por dondequiera que nos guíe.
3. Puntos de vista sobre los ídolos
Las cosas que amamos más que a Dios, y las ideas y pensamientos que nos impiden entrar en el reino de los cielos; todas estas cosas son ídolos.
Debemos ser capaces de detectar la idolatría que nos rodea, que nos aleja de Dios. Hay varias clases de ídolos visibles e invisibles; pueden ser vistos por nuestros ojos, pueden ser doctrinas, o pueden ser algo en nuestros pensamientos. Eliminémoslos y seamos fieles a Dios. La idolatría es maldad ante los ojos de Dios tanto en los tiempos del Antiguo Testamento como en los tiempos del Nuevo Testamento.
“[…] homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.” Ap 21:8
El pueblo de Sion, que se ha convertido en hijos de Dios a través del nuevo pacto, debe estar alerta con la idolatría que nos rodea en nuestros corazones. Siempre debemos ser prudentes y servir solo a Dios.
“Por tanto, amados míos, huid de la idolatría. Como a sensatos os hablo; juzgad vosotros lo que digo. La copa de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan.” 1 Co 10:14-17
Hemos llegado a ser un cuerpo con Cristo a través de la Pascua del nuevo pacto; ahora somos el templo donde mora el Espíritu Santo. Por lo tanto, en la epístola a la iglesia de Corinto, Pablo dijo: “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente” (2 Co 6:16).
El punto de vista sobre los ídolos, que mantenían los apóstoles y los santos de la Iglesia primitiva, ahora nos da pautas y buenos ejemplos en el camino al cielo. Cuando tenemos ídolos o los servimos, el Espíritu Santo no puede vivir en nosotros; cuando el Espíritu Santo nos deja, el espíritu malo domina nuestra alma. Tenemos que guardarnos de los ídolos. Cuando eliminemos toda la idolatría de nosotros, que somos el templo de Dios, nos llenaremos del Espíritu Santo y entraremos en el reino de los cielos.