Bienaventurados los que no vieron, y creyeron

Juan 20:19-29

1497 Vistas

En la noche del tercer día desde que Jesús murió en la cruz, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, Jesús, que había resucitado, apareció en medio de ellos.

Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró en la casa y dijo a sus discípulos: “Paz a vosotros”. Entonces, los discípulos se convencieron de la resurrección de Cristo, y se regocijaron. Pero Tomás, uno de los doce, que no estaba con ellos cuando Jesús vino, dudó de su aparición.

—Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y dijo a Tomás:

—Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

La voz de Tomás tembló.

— ¡Señor mío, y Dios mío!

Ante su confesión, Jesús le dijo:

—Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

Tomás había visto muchas evidencias a través de las cuales pudo creer que Jesús era el Cristo, acompañándolo cerca de tres años. Sin embargo, el día en que Jesús resucitó, su fe se expuso tal como era. Es natural creer en lo que vemos, pero es difícil creer en lo que no hemos visto. Sin embargo, lo que se ve es solo una parte de un todo. En el mundo hay muchas cosas más que no podemos percibir con nuestros ojos humanos. El poder del mundo invisible hace la historia del mundo visible. Dado que el poder del mundo invisible es tan grande, los que creen en lo que no han visto son más bendecidos.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” He 11:1

El amor de Dios que se sacrificó hasta la muerte para salvarnos, no puede ser enten-dido por la sabiduría humana, ni ser visto por los ojos del hombre. Cuando vemos a través de la Biblia con los ojos de la fe, podemos ver y comprender. ¿Cree porque ve? No. Usted ve porque cree.