En enero de 2017, grandes incendios forestales se desataron en varios lugares de Chile, incluyendo Maule. Fue de tan grande escala que el país tuvo que declarar emergencia nacional, y el desastre dejó 11 muertos y más de 7000 damnificados. El incendio forestal arrasó aproximadamente 4570 km2 (1 130 000 hectáreas) del bosque y lo convirtió en un montón de cenizas.
Cuando todo el mundo estaba devastado, viendo las montañas cubiertas de hollín negro y humo, un entrenador canino vino con una idea especial para restaurar los bosques destruidos. La idea era sorprendentemente simple. Él ató bolsas especialmente diseñadas a la parte posterior de los perros border collie, conocidos como perros pastores, y les hizo correr alegremente por las montañas devastadas. Las bolsas contenían varias semillas cuidadosamente seleccionadas por especialistas, y cuando los perros corrían por los diferentes lugares de las montañas, se sembraban unos 10 kg de semillas sobre el área de 30 km2 cada día. Después de seis meses, se habían sembrado semillas en toda la extensión de los gigantescos bosques, y en algunos lugares, frescos brotes verdes crecieron en el suelo cubierto de hollín. El surgimiento de nueva vida transmitió esperanza a la gente.
Predicar el evangelio se compara con la siembra de las semillas (Mr 4:14, Lc 8:11). Es nuestra responsabilidad llevar a cabo la misión de la predicación del evangelio como aquellos que han recibido la promesa de Dios, pero puede parecer vago porque hay numerosos países y personas a los cuales predicar. No obstante, si no actuamos, ningún cambio tendrá lugar. Solo cuando aquellos que traen buenas noticias al mundo hacen su labor constantemente, las semillas de la palabra de Dios que tienen su amor pueden cultivarse en varios lugares del mundo y producir nuevos brotes de vida (Ro 10:14-18). La labor de salvar al mundo empieza con la pequeña obra de sembrar un puñado de semillas.