La familia cambia con esfuerzos
Baek Gwang-wun, desde Gimpo, Corea
Cada vez que regresaba a casa, agotado, mi esposa debe de haber sentido lástima por mí, y decía: “¡Bienvenido a casa! Estás cansado, ¿verdad?”, o: “¡Ya llegaste! Te extrañé”. Ella siempre me recibía con una mirada brillante. Pero yo solía responder descortésmente con un simple “sí”. A pesar de eso, ella siempre sonreía sin inmutarse, tratando de sembrar en mí una mente positiva. Dos meses más tarde, empecé a entrar por la puerta principal con el rostro radiante, diciendo: “Ya estoy en casa”. Ante esto, mi esposa decía que se sentía muy feliz y recompensada por sus esfuerzos para hacer un hogar feliz sin darse por vencida.
Al principio, mi esposa y yo tuvimos dificultades debido a una diferente forma de pensar y hablar. Debido a mi carácter áspero, solía lastimar los sentimientos de mi esposa. Así que ella compró un libro de ayuda para mejorar nuestra conversación. Pero al leer el libro, comprendió que estaba equivocada en muchos aspectos. Así que pensó: “Si no cambio, no puedo esperar que él cambie”.
Mi esposa sigue estudiando y practicando para hacer más feliz nuestro hogar. Aunque hasta el momento solo ella ha puesto en práctica dar buenos ejemplos, ahora todos los miembros de mi familia están tratando de llevar a cabo la Misión del Mes publicada en la revista Hogar Feliz. Como dice el refrán: “Grano a grano, se hace una montaña”, gracias a los esfuerzos de mi esposa, cambié en muchos aspectos; doy gracias incluso por algo trivial y le envío mensajes de texto con amor. He comprendido que cuando no expreso mis sentimientos positivos solo porque me siento incómodo o con vergüenza, no hay mucha risa en mi hogar. A partir de ahora, practicaré mucho mostrar mi gratitud, y entregaré amor a mi familia y a la gente que me rodea, como una familia de la fe.