Leche chocolatada 

Hong Seon-ok, desde Seúl, Corea

1456 Vistas

Mi esposo compró leche con sabor a plátano cuando volvía a casa. Era algo que no hubiera hecho antes. Incluso cuando quería pasar un tiempo familiar de calidad y le pedía que comiéramos fuera todos juntos, él decía: “Ustedes tres pueden salir”. Era un esposo muy contundente. Así que a veces me molestaba. Sin embargo, en estos días, a menudo trae bocadillos, helados y cosas similares para nuestros hijos.

De hecho, a mis hijos no les gusta la leche con sabor a plátano, pero no podía decirle la verdad porque la había comprado con consideración para ellos. Entonces solo le di una pista. “Es bueno comprar cosas variadas. A nuestros hijos les gusta la leche chocolatada o la leche con sabor a fresa”. Sin embargo, incluso después de eso, siguió comprando leche con sabor a plátano. Así que tenía que beberla toda en contra de mi voluntad. Un día, mi hijo mayor dijo:

—Mamá, prefiero la leche chocolatada. La próxima vez, ¿puede escoger leche chocolatada?

Prometí comprarla para el día siguiente, pero lo olvidé. Al regresar de la escuela, corrió directamente al refrigerador, diciendo:

—Mamá, compró mi leche chocolatada, ¿verdad?

—¡Oh! Lo siento, lo olvidé. ¿Quieres ir a comprar una ahora?

—No. La compraré mañana. En estos días me encanta la leche chocolatada.

Después de irse a su habitación decepcionado, decidí ir a comprar leche chocolatada. En ese momento, mi esposo llegó a casa con una bolsa de plástico negra. Pensé que había comprado la acostumbrada leche con sabor a plátano y la abrí. Inesperadamente, había tres cajas de leche chocolatada.

—¡Min-seok, tu papá compró tu leche chocolatada favorita! ¿Cómo lo supo? Tu padre es el mejor.

—¿En serio? Papá, gracias. Me encanta la leche chocolatada. ¡La disfrutaré!

Mi esposo debe de haber escuchado mi conversación con mi hijo el día anterior. Al ver que nuestro hijo estaba feliz, mi esposo también mostró una gran sonrisa. Aunque era algo pequeño, mi hijo estuvo agradecido y feliz por el amor silencioso de su padre. También me conmovió ver a mi contundente esposo cuidando de nuestro hijo.

—¿Qué? ¿Acabas de comprar las cosas favoritas de tu hijo, pero nada para tu esposa? —fingí quejarme.

Muchas veces me sentí frustrada por su actitud introvertida y por no expresar lo que tenía en su corazón. A veces sentía lástima por él puesto que iba a trabajar todas las mañanas y volvía a casa por la noche exhausto, y se acostaba después de cenar y asearse. Sin embargo, no me gustaba que no pasara tiempo con nuestros hijos ni la forma en que no era amigable con ellos. Cada vez que llegaba a casa cansado, lo dejaba solo para no molestarlo, ya que pensaba que era por su bien.

Solo deseaba que mi esposo se sintiera feliz en casa. Ahora estoy agradecida de que mi oración se haya cumplido finalmente. Doy gracias a mi esposo por amar a nuestra familia en silencio. Ahora que lo pienso, me siento avergonzada de mí misma por quejarme de que no se acercara a nosotros primero. Mi esposo, que es callado y tímido, pudo haber esperado a que nos acercáramos a él primero. Habríamos sido más felices un poco antes si mis hijos y yo nos hubiéramos acercado a él primero.

Doy gracias a Dios por hacernos sentir el amor familiar una vez más y vivir en armonía mediante la leche chocolatada. Desde ese día, mi esposo trae leche chocolatada después del trabajo todos los días.