Cuando estamos en Dios, estamos felices y gozosos con la gracia de la salvación y la promesa del reino de los cielos. Sin embargo, hay muchas cosas con las que debemos ser pacientes y soportar como hijos de Dios.
Antes de casarme, no era fácil ir a la iglesia, dejando atrás los coloridos letreros de neón de la ciudad después de salir del trabajo los días laborables. Sin embargo, cada vez que vencía la tentación y estudiaba la palabra de Dios en la iglesia, o me enfocaba en la obra espiritual con los jóvenes de la misma edad, daba gracias a Dios por darme templanza y dirigir mis pasos hacia Sion.
Después del matrimonio, había más cosas que requerían templanza que cuando estaba soltera, aunque eran de diferentes tipos. Cada vez que enfrentaba dificultades, me alentaba recordando el versículo de la Biblia que fortalecía mi esperanza en el cielo.
“Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.” 1 Co. 9:25
Los atletas contienen su deseo de comer lo que quieren comer, y de dormir y de jugar todo lo que quieren, para ganar una medalla de oro. Siento profundamente cuánto debemos controlarnos y hacer nuestro mejor esfuerzo, ya que esperamos la eterna corona del cielo. Es por eso que no puedo dejar de confiar aún más en Dios, y siempre le doy gracias por darme templanza en todo para poder recibir la corona eterna.