Metacognición

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Una compañía de radiodifusión llevo a cabo un experimento a fin de encontrar el secreto para sobresalir en los estudios. El investigador separó a los estudiantes que obtuvieron los primeros lugares en el examen de prueba, de los estudiantes en el promedio, y les aplicó pruebas de memoria. Les mostró una lista de 30 palabras no relacionadas a un ritmo de 3 segundos por palabra, y les pidió evocar tantas palabras como pudieran. Como resultado del examen, los dos grupos de estudiantes estuvieron aproximadamente iguales en su nivel de retención. Antes del examen, el investigador hizo que los estudiantes calcularan cuántas palabras podían retener, lo cual causó una diferencia entre ellos: el número de palabras que los estudiantes de excelencia académica recordaron, era casi el mismo que ellos esperaban; pero los estudiantes en el promedio mostraron una gran diferencia, causada por su erróneo pensamiento de que sabían lo que en realidad no sabían, así como pensaban que habían cometido un error en una pregunta durante el examen aun cuando realmente no sabían la respuesta correcta.

La diferencia entre estos dos grupos se basa en su metacognición. La metacognición es una combinación de dos palabras: “meta” que significa más allá o detrás, y “cognición”, que quiere decir acto o proceso de conocimiento. El término metacognición se refiere al reconocimiento propio de lo que uno conoce y lo que no conoce. Los que tienen habilidades más altas de metacognición son siempre conscientes de que no lo saben todo. Por lo tanto, no son arrogantes sino que siempre tratan de aprender algo.

Mientras recorremos el camino de la fe, esperamos ser hoy mejores que ayer, y ser mañana mejores que hoy. El punto de partida de nuestro crecimiento espiritual es el momento en que dejamos de pensar que lo sabemos todo. Si reconocemos nuestros defectos y pedimos a Dios su poder y ayuda, nuestra fe gradualmente madurará.

Mejorar la capacidad metacognitiva es el camino para llegar a ser un excelente estudiante en la fe.