Volver a Dios

Chu Myeong-guk, desde Changwon, Corea

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Cuando era joven, trabajé en el mar por algunos años. Cada vez que navegaba lejos de tierra, sentía que estaba creciendo lejos de Dios. En sentido estricto, ya me había alejado de Dios porque, aunque alguna vez asistí fervientemente a la iglesia protestante, había dejado de asistir; en realidad no sabía cuáles eran las verdaderas obras de fe. Sin embargo, no había perdido mi fe, y siempre pensaba que algún día regresaría a Dios.

Para poner en práctica mi resolución, renuncié a mi trabajo en el mar y obtuve un trabajo ordinario en tierra. No obstante, no podía adaptarme a la vida en tierra, por lo que consideré volver a trabajar en el mar, olvidando regresar a Dios.

Mi plan se interrumpió cuando escuché sobre el grave accidente de que el barco en el que había trabajado, se había hundido, resultando en la muerte de toda la tripulación. Al darme cuenta de que en verdad la vida humana no se puede predecir ni un poco, nunca más consideré regresar al mar.

Finalmente pude volver a Dios después de casarme. Mi esposa comenzó a asistir a la Iglesia de Dios, y fui guiado a los brazos de Dios. Por aquel entonces, me sentía cansado física y espiritualmente porque las cosas no marchaban bien, y las palabras de la verdad me consolaron enormemente. Gracias a ello, realmente disfrutaba el momento de encontrarme con Dios. No obstante, era complicado guardar todos los cultos debido a mi trabajo.

Oré a Dios que me ayudara a guardar todos los cultos del Día de Reposo y conseguí un empleo nuevo. Todavía requería trabajar los sábados, pero tenía más tiempo libre, lo cual me permitió estudiar la Biblia y predicar la verdad a mis compañeros de trabajo. Mientras lo hacía, el sacrificio y el amor del Padre y la Madre se grabaron en mi corazón mucho más, y mi corazón comenzó a arder. Seguía pensando: “¿Qué puedo hacer para retribuir a Dios, quien ama tanto a un pecador como yo?”. Pensé que lo primero sería guardar los decretos de Dios correctamente.

Después de orar con sinceridad, le comenté a mi jefe que deseaba guardar los cultos del Día de Reposo los sábados aunque tuviera que trabajar los domingos. El resultado fue mucho mejor de lo anticipado. Mi jefe aprobó que guardara los cultos los sábados y que fuera a trabajar los domingos, solo cuando hubiera mucho trabajo, diciendo que era un buen trabajador. Estaba muy contento. La experiencia de poder guardar los mandamientos de Dios, más preciosos que el oro puro, confiando en Dios, me animó a crecer fuertemente en la fe.

Antes de conocer a Dios, hice que mi familia pasara un mal momento. La personalidad que adquirí por trabajar en el mar agitado y mi hábito de disfrutar el placer, causaron mucho dolor a mis padres y mi esposa. Las personas que me conocían nunca esperaron que cambiara, ni yo mismo. No obstante, Dios Elohim es el verdadero Dios Creador que puede hacerlo todo. Mientras aprendía cuánta compasión muestra Dios a un pecador como yo y lo mucho que me ama, comencé a cambiar poco a poco. Dado que me arrepentí de mi pecado a través de las palabras del Padre y puse en práctica la voluntad de Dios y las Lecciones de la Madre una por una, fui reconocido en mi trabajo y también pude deshacerme de mis malos hábitos.

Después de ganar la confianza de que todo se cumple en Dios si lo deseo con fervor, comencé a predicar valientemente a mi familia y a las personas de mi alrededor. Como resultado, mi madre renació como mi fruto. Mi madre es quien grabó en mi corazón el profundo amor de la Madre celestial al menos un poco más. Mi madre se sintió apenada toda su vida por no darle más a sus hijos aun después de darnos vestimenta y alimento. Su enorme amor y sacrificio fueron suficientes para entender el amor verdadero de nuestra eterna Madre celestial. El acto más filial que podía hacer por mi madre, quien me ayudó a encontrar a Dios fácilmente, era ayudarla a conocer a Dios, y ella aceptó con gusto este acto filial.

Un miembro de la familia celestial que encontré en el trabajo también fue un regalo de Dios. Es un compañero de trabajo con quien me volví cercano gracias a su brillante personalidad. Sin embargo, a veces sentía que escondía dolor detrás de su sonrisa. Pensé que estaba atravesando algo y efectivamente, un día se acercó y me contó lo que pasaba.

Mientras lo consolaba, le prediqué sobre el amor de Dios Elohim que sana las heridas de nuestras almas. Él declaró creer en Dios después de escuchar la verdad poco a poco, visitó Sion y recibió una nueva vida. Después, descubrí que estaba atravesando un momento tan difícil que pensó que no podía continuar existiendo. Creo que Dios guio sus pasos hacia mí para salvarlo.

Así como él, conocí al verdadero Dios cuando atravesaba un momento difícil y recibí el consuelo que el mundo no puede ofrecer. Agradezco a Dios y me avergüenzo de mí mismo por no retribuir su gracia lo suficiente.

Todavía debe de haber muchas almas en el mundo que están anhelando regresar a Dios. Predicaré el evangelio con toda mi fuerza y ofreceré consuelo, aunque pequeño, a la Madre celestial, quien busca con ansiedad a sus hijos.