Independientemente del campo, un equipo que produce un gran resultado con un fantástico trabajo en equipo, se convierte en objeto de interés y estudio, incluyendo sus episodios en detalle, tecnología principal y liderazgo.
Un consultor de gestión había estado trabajando durante décadas para ver qué tipo de personas formaban el mejor equipo, y al fin prestó atención a tres cosas: “modestia” para elogiar la contribución de los colegas sin jactarse del logro propio; “empatía” del comportamiento, considerando las situaciones de los demás; y “entusiasmo” por encontrar cosas que uno tiene que hacer y aprender. Resultó que los miembros, que estaban equipados con estas virtudes, hicieron un gran trabajo en equipo y obtuvieron buenos resultados al complementar sus puntos débiles y avanzar en una sola dirección. En otras palabras, el mejor equipo y el mejor resultado no dependen solo de las habilidades notables de los miembros o de las técnicas especiales.
Es lo mismo para el evangelio. Aquellos que tienen la sabiduría de contar a los demás y humillarse, considerando a los demás como mejores a sí mismos, forman una hermosa unidad, y al tener fervor, el equipo puede obtener un maravilloso resultado que una sola persona no puede lograr.
Recordemos que la unidad es esencial para alcanzar nuestra meta y esperanza en Dios.
Reflexionemos sobre qué virtudes necesitamos para una unidad perfecta.