“¡Solo necesito guardar mi fe!”
La creencia que tuve durante mucho tiempo, se desbarató durante la última fiesta de otoño. Guardando las fiestas, que eran más significativas que antes en el 100.º aniversario del nacimiento del Padre, la pasión por la predicación reemplazó mi idea equivocada.
La primera persona a la que prediqué en mi vida fue mi jefe de tareas. Es mi jefe en el trabajo, pero fuera de él somos amigos. Cuando estaba camino a un viaje de negocios, ya que él estaba descansando en casa, le pedí que me acompañara y aceptó.
Durante el viaje de ida y vuelta de cinco horas en automóvil, le prediqué todo lo que sabía de la verdad. Él nunca había asistido a una iglesia, pero me hizo muchas preguntas. Mostrando un gran interés en la Biblia, instaló una aplicación en su teléfono móvil.
Al día siguiente, lo llamé para preguntarle cómo estaba.
“¿No estás cansado por el largo viaje?”
Me avergoncé cuando dijo que estaba muy cansado. Pero la razón por la que estaba cansado no era la que yo creía.
“No pude dormir anoche mientras leía los versículos de la Biblia que me mencionaste”.
Sonreí, sin saber qué decir, pero luego me sorprendí aún más cuando dijo: “Tengo más curiosidad después de leer la Biblia. ¿Puedes llevarme a tu iglesia cuando vayas a los estudios bíblicos?”.
Quise hacerlo de inmediato, pero no pude contactarme con él durante tres días; me dolió todo el cuerpo dos días tal vez porque había estado tenso debido al viaje de negocios y por la primera experiencia de predicación.
Incapaz de saber lo que estaba pasando conmigo, me llamó y me preguntó por qué no le estaba enseñando la Biblia. Estaba a punto de salir de la oficina, así que pasé por él y lo llevé inmediatamente a la iglesia.
Al llegar, comenzó a estudiar seriamente la Biblia. Cuando aprendió en detalle sobre la Pascua, estaba ansioso por celebrarla lo más pronto posible. Entonces recibió la bendición del perdón de pecados inmediatamente. Conmovido, dijo que sentía que todos sus pecados habían sido purificados. De regreso a casa, me sorprendió constantemente preguntándome cómo orar a Dios, entre otras cosas. Mi corazón palpitaba de alegría. El Padre y la Madre me dieron un precioso fruto como una joya.
Al día siguiente, antes de que comenzara el culto del Tercer Día, miró el techo y dijo con voz profundamente emocionada: “Creo que voy a llorar”.
Lo conocía desde hacía ocho años, pero era la primera vez que lo veía así. Después de ver a otros miembros durante el culto, comenzó a preparar las cosas para el Día de Reposo, como la Biblia, un maletín y un traje para ser respetuoso con Dios. Me conmoví de nuevo.
Su fe pura me hizo examinar mi propia fe, que era como la vieja levadura. Dios había preparado este precioso fruto cerca de mí, pero yo ni siquiera había tratado de predicarle; me avergoncé de haber causado que Dios y él esperaran ocho años.
Actualmente, el hermano me pide que vaya a Sion con él todos los días para los estudios bíblicos. Gracias a eso, también estoy estudiando la Biblia seriamente, aunque he puesto muchas excusas hasta ahora. También establecí la nueva meta de encontrar joyas en mi entorno que han sido preparadas desde la creación del mundo, y guiarlas a los brazos de Dios. Realmente doy gracias al Padre y a la Madre celestiales por despertar mi alma dormida. Pido sinceramente a Dios que me ayude a cumplir mi meta del evangelio.