He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida

Matsuno Reiko, desde Osaka, Japón

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Me gustaría compartir una historia sobre una hermana que derramó muchas lágrimas durante el culto en el Día de Reposo.

Mientras predicaba la palabra con una hermana, conocí a una vietnamita que no dominaba bien el japonés. Puesto que había pasado solo unos meses desde que llegó a Japón, apenas entendía lo que estábamos diciendo, pero parecía interesada en la Biblia. Cuando le leímos Gálatas 4:26 que dice: “Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre”, se sorprendió mucho de escuchar la palabra “Jerusalén”. Le mostramos un vídeo sobre Dios Madre traducido al vietnamita. Entonces ella gritó de alegría en japonés: “¡Eso es!”. Pensamos que podía haber oído el evangelio en otro lugar, pero luego nos saludó en coreano: “Gracias. Dios las bendiga mucho”. Resultó ser una miembro de Sion. Derramó interminables lágrimas, diciendo que la Madre celestial había enviado a los miembros de Sion para salvarla, sin olvidarla. Luego comenzó a escribir en su pobre japonés para explicar la historia que la había traído a Japón.

Seis años atrás, había recibido la verdad en Vietnam y comenzó su vida de la fe. En ese momento, era estudiante universitaria y también predicó la verdad con diligencia en la universidad. Sin embargo, su padre se opuso a su fe debido a su malentendido acerca de nuestra iglesia. Luego, en obediencia a la voluntad de sus padres, vino a Japón, un país lejano, para estudiar. Ella dijo que oraba a la Madre celestial continuamente porque no sabía dónde estaba Sion en este país donde no podía comunicarse con la gente, al igual que una niña extraviada. Ella estaba decidida a guardar la Pascua de alguna manera, y se encontró con nosotros justo a tiempo. Su historia también nos hizo llorar.

En el Día de Reposo, que llegó pocos días después, la hermana vino a Sion y oró durante largo tiempo. Sentimos que nuestros corazones se calentaban mientras mirábamos a la hermana orando. Nos dimos cuenta de que Dios ciertamente guía a sus hijos a Sion si guardamos nuestra fe en cualquier situación. La hermana continuará su vida de la fe, sintiendo el amor del Padre y la Madre celestiales. Ya que hay muchos vietnamitas en Japón ahora, creo que habrá muchas cosas en las que ella pueda ayudar para el evangelio.

“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida.” Is 49:15-16

Los hijos pueden olvidarse de la Madre celestial, pero Ella nunca olvida a sus hijos ni por un momento; los esculpe en las palmas de sus manos, y busca ansiosamente a los que todavía no han regresado. Quiero predicar el evangelio con diligencia para poder aliviar su dolor de perder a sus hijos, aunque sea un poco. Realmente doy gracias a Dios por permitirme comprender el amor del Padre y la Madre a través de una preciosa hermana que ha sido encontrada de nuevo.