Después de ingresar en la universidad, hacía un viaje de ida y vuelta de cuatro horas a la escuela. Estaba triste, no porque estuviera cansada, sino por no tener suficiente tiempo para la obra del evangelio mientras pasaba mi tiempo en el camino. Pensé que no podría hacerlo más y decidí vivir sola cerca de la escuela.
Estaba preocupada de vivir sola por primera vez, pero contenta por el solo hecho de poder ir a Sion a menudo para las reuniones y llevar a cabo las actividades del evangelio de los jóvenes. No obstante, apareció una emboscada inesperada. Como mi cuerpo se sentía cómodo, me volví perezosa.
“Esto no era lo que pretendía…”
Mi atención se dirigió poco a poco a mis amigos disfrutando de sus vidas en lugar de concentrarme en salvar almas. Me odié; sentí una gran vergüenza al darme cuenta de que mi fe era, en realidad, muy pequeña apartada de los brazos de mi madre.
Me desperté espiritualmente después de que se proclamó la Fiesta de Predicación de la Nueva Jerusalén. Nuestros miembros hicieron una decisión de dedicarse al evangelio al 100 % con el 100 % de fe, celebrando el 100.º aniversario del nacimiento del Padre con gran pasión; esto encendió un fuego en mi corazón. Consideré la fiesta de predicación como la última oportunidad para mí.
De hecho, excepto el tiempo en que me uní al viaje misionero de corto plazo en el extranjero, no había llevado fruto en mi vida del campus por tres años. Probablemente, habría sido un resultado razonable. Esta vez, solo pensé que debería hacer lo mejor que pudiera.
Como resultado de hacer mi mejor esfuerzo como lo había decidido, pude encontrar a tres miembros de la familia celestial en mi universidad. Dos de ellos eran estudiantes extranjeros. La Biblia debe de haber parecido poco familiar para ellos porque crecieron en un país donde el cristianismo no es la religión nacional, pero entendieron bien la verdad. Hasta ahora estudian la Biblia, aprendiendo la cultura de Sion y la verdad.
La otra persona es un año menor que yo y nos hicimos cercanas en un empleo de medio tiempo. Cuando le hablaba de la verdad de vez en cuando, me decía: “Tu iglesia es diferente de las iglesias de hoy. ¡Es reformadora!”. Se conmovió por la Exhibición Literaria y Fotográfica “Nuestra Madre” y renació como hija de Dios.
Nunca había guiado tres almas en un mes, así que me quedé boquiabierta. Por otro lado, recordé la palabra de Dios que nos animaba siempre: “Puede hacerlo una vez que lo intente. Tenga fe”. Me di cuenta de que no había podido recibir las bendiciones porque no había puesto en práctica la palabra y no tenía fe. Me avergoncé de mí misma por ser imperfecta en muchos aspectos.
Me recompondré y haré mi mejor esfuerzo por salvar almas durante el resto de mi vida en el campus. No debo seguir perdiendo la oportunidad de recibir las bendiciones que Dios ha preparado para mí.