Terafines

Ídolo adorado en la antigua Mesopotamia. Sustantivo plural.

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“Pero tomó Raquel los ídolos y los puso en una albarda de un camello, y se sentó sobre ellos […]. Y él buscó, pero no halló los ídolos. Entonces Jacob se enojó, y riñó con Labán; […] Pues que has buscado en todas mis cosas, ¿qué has hallado de todos los enseres de tu casa? Ponlo aquí delante de mis hermanos y de los tuyos, y juzguen entre nosotros.”Gn. 31:34-37

Los terafines eran ídolos familiares que se ponían en las casas de la región de Mesopotamia, donde vivía Labán, tío de Jacob. En el camino de regreso de Jacob a su patria, su esposa Raquel hurtó los ídolos (o los terafines) de su padre. Está escrito que desde ese primer suceso, en los tiempos en que los jueces gobernaban a Israel, y hasta en todos los tiempos de los reyes de Israel y de los reyes de Judá, en la época en que la ley de Dios no era respetada, preponderaban la adoración de los terafines junto con varias clases de idolatría. Particularmente, en los días que gobernaban los jueces, debido a que el sistema de servicio a Dios no estaba organizado, había casos de que cada tribu o cada individuo edificaba lugares altos y ofrecía sacrificios a su propia manera (Jue. 17:1-18:31). Pero cuando salieron los profetas que Dios envió, los ídolos fueron destruidos.

El profeta Samuel dijo al rey Saúl, quien desobedeciendo la palabra de Dios no destruyó totalmente a Amalec, que rebelarse contra la palabra de Dios y obstinarse es como pecado de adorar a los ídolos (o a los terafines) (1 S. 15:22-23). Además, cuando Josías comenzó a reinar, restauró la verdad de la Pascua, y llevó a la práctica una reforma religiosa, barrió a los encantadores, adivinos y terafines, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén (2 R. 23:24).

Aunque los diez mandamientos declaraban: “No te harás imagen, ni la honrarás”, el pueblo de Israel siempre cometía la maldad de adorar a los ídolos de los gentiles. La adoración de los terafines tenía un fuerte carácter como el dios tutelar de la familia o la tribu. Lo que aparecía a menudo para que el pueblo de Israel adorara a los ídolos eran los terafines. El tamaño de los terafines no era tan grande, pues Raquel pudo ocultarlos en una albarda de la montura de su camello y sentarse sobre ellos. Sin embargo, pasando por los tiempos en que los jueces gobernaban a Israel, se supone que aumentaron de tamaño.

Cuando Saúl trató de matar a David, su hija Mical hizo escapar a su esposo David, luego tomó una estatua (terafín), y la puso sobre la cama, y le acomodó por cabecera una almohada de pelo de cabra y la cubrió con ropa; así ayudó a su esposo para que lograra escapar (1 S. 19:8-17). Al ver este hecho, se presume que el tamaño de los terafines era tan grande como la altura de un hombre.

El profeta Zacarías advirtió que los que adivinan con los terafines hablan vanos oráculos, y son mentirosos.

“Porque los terafines han dado vanos oráculos, y los adivinos han visto mentira, han hablado sueños vanos, […]”Zac. 10:2