¿Cuál es el antecedente de la controversia de la pascua en el Concilio de Nicea y la situación después de esta?
La Iglesia Oriental y la Iglesia Occidental
El Concilio de Nicea fue un concilio internacional de líderes religiosos de las iglesias de Oriente y de Occidente, realizado en Nicea, Asia Menor, en 325 d. C., liderado por el emperador romano Constantino. El principal tema de la agenda que se discutió durante el concilio fue fijar la fecha de la comunión de la Pascua y lidiar con el arrianismo, que negaba la Trinidad. En especial, se había discutido el tema de fijar la fecha de la comunión de la Pascua desde mediados del siglo II, lo cual llegó a su fin cuando la Pascua fue completamente abolida en el Concilio de Nicea.
La controversia de la Pascua empezó después de la muerte de todos los apóstoles y la división de la iglesia primitiva en la Iglesia de Oriente y la Iglesia de Occidente. Las iglesias de Oriente, dirigidas por el patriarca de Constantinopla en Asia Menor, y las iglesias de Occidente, gobernadas por el papa en Roma, celebraban la Pascua para conmemorar la muerte de Cristo en fechas diferentes.
Las iglesias de Oriente realizaban la comunión de la Pascua el día catorce del primer mes según el calendario sagrado, y celebraban el Día de Resurrección el primer domingo después de la Fiesta de los Panes sin Levadura (el día 15), según las enseñanzas de la Biblia. Por otro lado, las iglesias de Occidente no guardaban la Pascua, y en su lugar celebraban la comunión en el Día de Resurrección. ¿Por qué las iglesias de Oriente y de Occidente celebraban la comunión en fechas distintas? Esto se debía a que las iglesias de Occidente habían cambiado la fecha de la Cena del Señor según su propio criterio, enfatizando la resurrección de Jesús. Esta diferencia de fechas causó mucha confusión entre los cristianos que viajaban de Oriente a Occidente. Cuando viajaban a Roma después de celebrar la Pascua y la Fiesta de los Panes sin Levadura en la iglesia de Oriente, se confundían y se sorprendían de ver a las iglesias de Occidente realizando la comunión en el Día de Resurrección.
La verdad de la iglesia primitiva
En los tiempos del Antiguo Testamento está la Fiesta de las Primicias en que los israelitas llevaban al sacerdote una gavilla de los primeros granos (frutos) de su cosecha, y el sacerdote la presentaba a Dios como una ofrenda mecida el día siguiente del Día de Reposo (domingo) después de guardar la Pascua y la Fiesta de los Panes sin Levadura. Hasta haber presentado a Dios la ofrenda de la Fiesta de las Primicias, no podían comer el grano de la nueva cosecha (Lv. 23).
La profecía de esta fiesta fue cumplida por Jesús: después de celebrar la cena de la Pascua, Jesús fue crucificado en la Fiesta de los Panes sin Levadura (el día siguiente de la Pascua), y resucitó de la muerte el día siguiente del Día de Reposo (Mr. 16:9). Resucitando como primicias de los que habían dormido, Jesús cumplió la profecía del primer grano, que es la ofrenda de la Fiesta de las Primicias del Antiguo Testamento (Mt. 27:50-53, 1 Co. 15:20).
Según estas enseñanzas basadas en la Biblia, la iglesia primitiva guardaba la Pascua al anochecer del día catorce del primer mes según el calendario sagrado, celebraba la Fiesta de los Panes sin Levadura el día quince del mismo mes ayunando, y observaba el Día de Resurrección para conmemorar la resurrección de Cristo el día siguiente del Día de Reposo (domingo) después de la Fiesta de los Panes sin Levadura.
Cambio de la verdad
El Concilio de Nicea decidió a favor de celebrar el Día de Resurrección el primer domingo que viene quince días después del equinoccio de primavera todos los años, bajo la excusa de que era difícil calcular la fecha de la fiesta según los movimientos de la luna, y determinó que la Santa Comunión debía celebrarse en el Día de Resurrección.
Las iglesias occidentales no habían guardado la Pascua hasta entonces, sino que continuaron celebrando la resurrección el domingo después de la Pascua. Por eso, aunque las iglesias de Oriente y de Occidente realizaban la comunión en diferentes fechas, todos usaban la fecha de la Pascua para determinar la fecha del Día de Resurrección. Sin embargo, como el Concilio de Nicea estableció la fecha del Día de Resurrección según el equinoccio de primavera, el significado de la Pascua desapareció por completo. La historia de la iglesia simplemente explica que el Concilio de Nicea fue convocado para estandarizar la fecha del Día de Resurrección. No obstante, detrás de esto se escondía una conspiración para abolir completamente la Pascua.
El impedimento de Satanás no se detuvo aquí. La iglesia de Roma, que había estado asociada con tradiciones e ideas politeístas por mucho tiempo, introdujo la Pascua de Resurrección, que originalmente era un festival en honor a Eostre (u Ostara), la diosa de la primavera (que se celebraba en el norte de Europa por el mismo tiempo), y la injertó en el cristianismo. La costumbre actual de comer huevos en la Pascua de Resurrección se originó de los antiguos que creían en dioses paganos.
La controversia de la Pascua
Mientras que la iglesia de Roma empezaba a celebrar la comunión en la Pascua de Resurrección en lugar de la Pascua, Policarpo, obispo de la iglesia de Esmirna, y el papa Aniceto, obispo de la iglesia de Roma, discutían sobre la Pascua alrededor del año 155 d. C. Policarpo enfatizaba que la Pascua era una costumbre tradicional dejada por Jesús, diciendo que Él había celebrado la Pascua todos los años, junto con Juan (uno de sus discípulos) y muchos otros apóstoles. En esta controversia, no obstante, fracasaron en persuadirse.
Después, cerca del año 197 d. C., Víctor, obispo de Roma, insistió en que las iglesias debían adoptar la práctica romana de celebrar la Pascua de Resurrección en lugar de la Pascua, y obligó a todas las iglesias a aceptar la Regla Dominical (Regla del Señor). Las iglesias de Occidente estuvieron de acuerdo en seguir la Regla Dominical; pero las iglesias de Oriente, que eran la base de la iglesia cristiana, se opusieron rotundamente a su insistencia. En especial, Polícrates, obispo de la iglesia de Éfeso, envió una carta a Víctor, en la que enfatizaba enérgicamente que debía celebrarse la Pascua. A través de la carta que Polícrates envió a Víctor en ese entonces, podemos imaginar la situación en que la verdad empezó a ser pervertida gradualmente después de la iglesia primitiva.
“Así guardamos el día de manera exacta, sin añadir ni quitar. Grandes luminarias reposan en Asia, que resucitarán en el último día a la venida del Señor, cuando vendrá con gloria del cielo y llamará a todos sus santos: como Felipe, uno de los doce apóstoles, que reposa en Hierápolis con dos de sus ancianas hijas vírgenes, mientras que una tercera hija vivió en el Espíritu Santo y reposa en Éfeso. También está Juan, que se reclinó en el pecho del Señor y que luego vino a ser sacerdote mitrado, mártir y maestro; también él duerme en Éfeso. Luego está Policarpio de Esmirna, obispo y mártir, y Traseas, obispo y mártir de Eumenia, que también duerme en Esmirna. ¿Me será necesario hablar de Sagaris, obispo y mártir, que reposa en Laodicea, o del bienaventurado Papirio, o del eunuco Melitón, que vivió del todo en el Espíritu Santo y que yace en Sardis, esperando la llamada del cielo cuando resucitará de entre los muertos? Todos estos guardaron el decimocuarto día del mes como el comienzo de la fiesta, sin desviarse, y en conformidad al Evangelio. Y también yo, Polícrates, el menor de todos vosotros, vivo según la tradición de mis parientes, algunos de los cuales he seguido. Siete de ellos fueron obispos y yo soy el octavo, y mis parientes siempre han observado el día cuando el pueblo echaba la levadura fuera. Por tanto, hermanos míos, yo que he vivido sesenta y cinco años en el Señor y he consultado con los hermanos de todas partes del mundo y he estudiado toda la Sagrada Escritura, no temo las amenazas, porque mejores hombres que yo han dicho: “Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” [Hch. 5:29].” Eusebio, Historia de la Iglesia / La controversia acerca de la Pascua / pp. 197-198
Cuando Víctor recibió esta carta, planeó excomulgar a todas las iglesias de Asia y las iglesias cercanas, acusándolas de ser “no ortodoxas”. No obstante, no pudo lograr su plan debido a las protestas de muchas iglesias a su alrededor.
Las iglesias de Oriente continuaron celebrando la Pascua según las enseñanzas de Jesús y las tradiciones de los apóstoles. Esto es una evidencia de que la Pascua no fue abolida ni siquiera en el Nuevo Testamento. La Pascua es la fiesta de vida que Jesús estableció con el pan y el vino, a fin de cumplir sus palabras: “Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Jn. 6:53).
Por eso, el apóstol Pablo pidió que anunciemos esta Pascua del nuevo pacto hasta que Cristo venga (1 Co. 11:23-25).
Prediquen la verdad de vida al mundo entero
El Concilio de Nicea es muy sugestivo en muchos aspectos. Debido a la intervención del emperador Constantino, la iglesia de Roma llegó a tener más autoridad y el emperador romano empezó a ejercer influencia sobre las iglesias. Si alguna iglesia no se sometía a la iglesia de Roma, que era apoyada por el poder del emperador, era considerada hereje y la perseguían. En esta situación, los santos que trataban de vivir conforme a la palabra de Dios tenían que celebrar la Pascua en secreto, vagando en los desiertos, montes y cuevas. No obstante, como la Biblia dice: “Hasta que vino el Anciano de días, y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino” (Dn. 7:22), Cristo, el Anciano de días, vino por segunda vez y la verdad de vida que Satanás había abolido fue restaurada a su debido tiempo.
Hemos recibido la promesa de la vida eterna por medio de la Pascua del nuevo pacto que Dios estableció. Dios restauró la Pascua sacrificándose hasta la muerte. Esto se debe a que nadie puede recibir el perdón de pecados y la salvación sin la Pascua. Agradeciendo por la gracia de Dios que ha restaurado la Pascua a través de su sacrificio y amor, debemos predicar este precioso mensaje de vida con más fuerza.