La Biblia dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. ¿Habrá alguna manera en especial de ponerlo en práctica?

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Los fariseos probaron a Jesús con esta pregunta: “¿Cuál es el gran mandamiento en la ley?” Jesús respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento”. Diciendo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Jesús dijo que toda la ley y los profetas dependían de estos dos mandamientos (Mt. 22:35-41). A través de esto, Jesús quiso decir que el núcleo más importante de la ley establecida por Dios es el amor, y el último objetivo por el que Dios estableció la ley del Antiguo Testamento y la del Nuevo Testamento, y nos ordenó guardarlas, fue también el amor.

No podemos guardar el primer mandamiento que Jesús nos enseñó tan solo pensando ligeramente que amamos a Dios. Si no logramos entender la profunda verdad de Dios, sin darnos cuenta llegaremos a servir a otros dioses, aunque digamos con nuestra boca que amamos a Dios y creemos en Él. En realidad, muchas personas hacen eso. Entonces, ¿qué nos hace cumplir el primer mandamiento que Jesús nos dio? Para ir directo al punto, es la Pascua del nuevo pacto.

La Pascua nos permite amar a Dios perfectamente

Podemos ver en la Biblia que Dios reconoció a uno como el que lo amó con todo el corazón y con toda la mente.

“No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual.” 2 R. 23:25

El hecho de que Josías se hubiera vuelto a Dios de acuerdo a toda la ley con todo su corazón, su alma y sus fuerzas, significa que guardó el mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”, que es el primer mandamiento del cual depende toda la ley y los profetas. La razón por la que Josías fue grandemente enaltecido al guardar el primer mandamiento y toda la ley de Dios, fue porque guardó la Pascua.

“Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Haced la pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que está escrito en el libro de este pacto. No había sido hecha tal pascua desde los tiempos en que los jueces gobernaban a Israel, ni en todos los tiempos de los reyes de Israel y de los reyes de Judá. A los dieciocho años del rey Josías fue hecha aquella pascua a Jehová en Jerusalén.” 2 R. 23:21-23

En toda la historia de Israel, nadie había guardado la Pascua tan cuidadosamente como Josías. Por guardar la Pascua, Josías recibió el gran elogio de Dios de que no hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Dios de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual. Esto quiere decir que él guardó el primer y grande mandamiento que fue dicho por Jesús. Esto, a su vez, significa que tenemos testimonio de Dios de que al guardar la Pascua podremos guardar el primer mandamiento al igual que Josías.

Desde el tiempo en que Dios proclamó la ley por primera vez, dejó en claro que la Pascua y el primer mandamiento tienen una relación inseparable.

“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;” Dt. 6:4-8

Dios pidió a su pueblo que atara el primer mandamiento: “Amarása Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”, como una señal en sus manos y como frontales entre sus ojos. Esto también se aplicaba de la misma manera a la Pascua.

“Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Jehová de Egipto.” Éx. 13:8-9

El día en que los israelitas salieron de Egipto, la tierra de servidumbre, fue el día de la Pascua. En ese día, Dios destruyó a todo primogénito de los egipcios y salvó a los primogénitos de los israelitas. Dios les dijo que la Pascua, la conmemoración de la obra de la salvación de Dios, fuera como señal sobre sus manos y como memorial delante de sus ojos, igual que las palabras de Deuteronomio 6; finalmente esto quiere decir que el primer mandamiento: “Amarás a Dios con todo tu corazón”, es la Pascua.

“Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado. Vosotros salís hoy en el mes de Abib.” Éx. 13:3-4

“Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí.” Éx. 20:1-3

Dios pronuncia las mismas palabras al principio de la Pascua y al principio del primer mandamiento. Y cuando explicó la razón por la que debemos guardar el primer mandamiento, presentando la Pascua, Él dijo lo mismo, queriendo decir: “¿Acaso no soy Yo, el Salvador que los saqué de la tierra de Egipto cuando estaban bajo servidumbre? Por eso, no sirvan otros dioses sino solo a mí, recordando y celebrando el día de la Pascua en que los redimí”. La Pascua es el primer mandamiento.

La Pascua destruye a los dioses ajenos

Podemos cumplir el primer mandamiento al guardar la Pascua, porque Dios destruye a los dioses ajenos en el día de la Pascua.

“[…] es la Pascua de Jehová. Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová.” Éx. 12:11-12

Dios estableció el día de la Pascua como el día del juicio de todos los dioses de la tierra. Por eso, cuando guardamos la Pascua, el día en que todos los dioses excepto el verdadero Dios son destruidos, podremos eliminar completamente a todos los dioses ajenos y servir únicamente a Dios y amarlo con todo nuestro corazón. Es decir, podremos guardar perfectamente el primer mandamiento.

“Entonces el rey mandó reunir con él a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. Y subió el rey a la casa de Jehová con todos los varones de Judá, y con todos los moradores de Jerusalén, con los sacerdotes y profetas y con todo el pueblo, desde el más chico hasta el más grande; y leyó, oyéndolo ellos, todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová. Y poniéndose el rey en pie junto a la columna, hizo pacto delante de Jehová, de que irían en pos de Jehová, y guardarían sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo el corazón y con toda el alma, y que cumplirían las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. Y todo el pueblo confirmó el pacto. Entonces mandó el rey al sumo sacerdote Hilcías, a los sacerdotes de segundo orden, y a los guardianes de la puerta, que sacasen del templo de Jehová todos los utensilios que habían sido hechos para Baal, para Asera y para todo el ejército de los cielos; y los quemó fuera de Jerusalén en el campo del Cedrón, e hizo llevar las cenizas de ellos a Bet-el.” 2 R. 23:1-4

“Entonces mandó el rey a todo el pueblo, diciendo: Haced la pascua a Jehová vuestro Dios, conforme a lo que estáescrito en el libro de este pacto. No había sido hecha tal pascua desde los tiempos en que los jueces gobernaban a Israel, ni en todos los tiempos de los reyes de Israel y de los reyes de Judá. A los dieciocho años del rey Josías fue hecha aquella pascua a Jehová en Jerusalén. Asimismo barrió Josías a los encantadores, adivinos y terafines, y todas las abominaciones que se veían en la tierra de Judá y en Jerusalén, para cumplir las palabras de la ley que estaban escritas en el libro que el sacerdote Hilcías había hallado en la casa de Jehová.” 2 R. 23:21-24

Fue en el año dieciocho del rey Josías que él guardó la Pascua. Aunque antes él creía en Dios y creía que vivía de acuerdo a la voluntad de Dios, inconscientemente servía a otros dioses. Solo después de comprender la verdad de la Pascua, sus ojos espirituales se abrieron y eliminó todos los ídolos.

Lo mismo sucedió en los tiempos del rey Ezequías. Ezequías, rey de Judá, guardó la Pascua junto a su pueblo a pesar de no haberla guardado después de mucho tiempo, y desde entonces los que guardaron la Pascua quebraron todos los ídolos abominables que tenían (2 Cr. 30:1, 2 Cr. 31:1). Ciertamente la Pascua es la verdad que nos permite solo servir y amar a Dios con todo nuestro corazón, destruyendo los dioses ajenos.

La Pascua del nuevo pacto

A través de la ley y la historia de Israel, Dios nos enseñó que podemos guardar el primer mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”, solo al guardar la Pascua. Sin embargo, a través de la Pascua del Antiguo Testamento que era guardada mediante la sangre de corderos, no podemos seguir el primer y gran mandamiento que Jesús nos enseñó. La razón es que mediante el sacrificio de animales no podemos entender completamente el sacrificio de Dios, no podemos amar a Dios con todo nuestro corazón.

La Pascua del Antiguo Testamento es una sombra y figura que nos enseña de antemano la Pascua del nuevo pacto, que sería establecida en la época del Nuevo Testamento (He. 10:1, Col. 2:17). Para hacernos conocer lo increíble que es la verdad del nuevo pactoque sería establecida mediante Cristo, Dios nos dio la historia del Antiguo Testamento como una sombra.

Jesús, que es la realidad del cordero de la Pascua, es Dios, el Altísimo de todo el universo. Dios vino a esta tierra para salvar del pecado y de la muerte a los pecadores sentenciados a muerte.

Él fue ridiculizado, burlado y despreciado por los malvados. Fue azotado y traspasado por la corona de espinas, y sufrió severos dolores derramando sangre en la cruz. La verdad mediante la cual comprendemos el amor y sacrificio de Dios, es la Pascua del nuevo pacto. El pan y el vino de la Pascua contienen el santo amor y sacrificio de Dios que desgarró su carne y derramó su sangre para salvarnos (1 Co. 5:7, Mt. 26:17-28).

Así como podemos ver mediante la Pascua del Antiguo Testamento, que fue una sombra, la Pascua del nuevo pacto es la verdad que nos permite amar a Dios –quien nos salvó del pecado– con todo nuestro corazón, alma y mente. Cuando guardamos la Pascua del nuevo pacto y llenamos nuestros corazones con el sagrado amor de Dios, ningún otro dios, incluyendo a Satanás, podrá tomar nuestros corazones.

Por eso, no consideremos la Pascua como una de las fiestas que guardamos en cualquier día. Necesitamos tener el amor de Dios en nuestro corazón valorando la Pascua y guardándola sagradamente. Dando un paso adelante, demos a conocer al mundo entero la manera de amar verdaderamente a Dios. Es la única manera en que podemos amar a Dios con todo el corazón, alma y mente, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, de modo que podamos cumplir la ley.