En el pomar
Lee Sahng-hwa, desde Daegu, Corea
Cuando llega la temporada de cosecha, los agricultores necesitan una gran cantidad de mano de obra. Están tan ocupados que los coreanos describen la situación de esta manera: “Ni el hurgón para agitar el fuego tiene tiempo para descansar en el suelo”. Sin embargo, siempre están cortos de personal.
Apenados por los agricultores, un domingo soleado los hermanos de Sion se reunieron para una actividad de servicio voluntario en un campo agrícola. Fuimos a un pomar ubicado en Yeongju, provincia de Gyeongbuk. El pomar presentaba un gran espectáculo con manzanas maduras y rojas.
Primero, el dueño del huerto nos explicó lo que debíamos hacer. Advirtió en qué necesitábamos tener cuidado al momento de recoger las manzanas y de qué forma debíamos colocarlas en las cajas. Enfatizó varias veces que el último paso de poner las manzanas cosechadas en las cajas era el más importante.
Indicó que no debíamos tirar las manzanas ni presionarlas en las cajas, y nos rogó una y otra vez que de ninguna manera recogiéramos las manzanas del suelo para ponerlas en las cajas. La razón era que se veían bien por fuera y parecían no tener hendiduras, pero en realidad estaban magulladas y podridas por dentro.
Después de escuchar las precauciones, comenzamos a cosechar manzanas diligentemente. Las manzanas que colgaban en los árboles estaban a unos dos o tres metros de altura y se veían apetitosas. Dado que era la primera vez que veía un manzano, estaba sorprendido de ver tantas manzanas colgando de ramas pequeñas y delgadas.
También vi láminas de vinilo plateado extendidas por todo el suelo del pomar. El propietario dijo que los frutos necesitan recibir suficiente luz solar para madurar bien, pero que la parte inferior y posterior de las manzanas no reciben suficiente luz solar. En ese caso, las láminas de vinilo plateado en el suelo reflejan la luz y las manzanas pueden recibir luz solar uniformemente.
Mientras recogíamos las manzanas, encontramos una hoja pegada a una de ellas. Quité con cuidado la hoja, y me di cuenta de que la parte cubierta por la hoja estaba verde, aunque el resto de la manzana estaba madura y roja por haber recibido suficiente luz del sol. Pude ver cuánto efecto tiene la luz solar en el crecimiento de las manzanas.
El propietario dijo que el valor de una manzana disminuye mucho aunque solo una pequeña parte no esté madura. Así que cuando hizo la revisión final de las manzanas cosechadas para ponerlas en las cajas, revisó cada parte de ellas, puso en las cajas solamente las manzanas bien maduras y de mejor calidad, y separó las manzanas de menor calidad.
Mientras recogía manzanas y las envolvía, no pude evitar examinarme. Pensé que así será cuando Dios, quien es nuestro Agricultor espiritual, separe el trigo de la cizaña. Pensé seriamente si era digno de ser clasificado como un fruto de la mejor calidad, o si estaba inmaduro o podrido por dentro aunque me veía como un buen fruto por fuera. También pensé si mi carácter aún no había madurado, estando lejos de la luz de vida que Dios había alumbrado sobre mí.
Tener un corazón humilde, servir, ser considerados y vestirnos de toda la armadura de Dios —todas las enseñanzas que Él nos ha dado— provienen del amor de Dios para transformarnos en seres completos y guiarnos al granero celestial. A Dios le preocupa que podamos ser eliminados de la línea de los buenos frutos, y cuida de cada alma con amor.
Si todos los miembros de la familia celestial, incluyéndome, llenamos nuestro espíritu con la luz de vida que Dios nos ha dado, y si nos cuidamos unos a otros, siguiendo los ejemplos de Dios, maduraremos y seremos hallados como buenos frutos algún día.
Cuando comencé el servicio voluntario, pensé que estaba allí para ayudar al agricultor; pero cuando el trabajo acabó, comprendí que se me había dado un gran entendimiento que no podría haber obtenido en ningún otro lugar. Ahora sé que lo único que falta es poner en práctica lo que he comprendido.