Caminando con Dios

Do Seong-yeong, desde Tongyeong, Corea

1046 Vistas

Pasé el verano de 2017 en Fukuoka, Japón, y en enero del año siguiente participé nuevamente en la misión en el extranjero por un mes en Japón. Esta vez, fue en Yokohama. Antes de partir, me emocioné, preguntándome qué clase de obra del evangelio testificaría en Yokohama, aunque aún seguía en el mismo país. Sin embargo, lo que sentí cuando llegué a Yokohama fue completamente diferente de lo que esperaba.

Aunque es la segunda ciudad más poblada de Japón, fue difícil encontrar un alma que buscara la verdad. Aun cuando solo los saludaba, respondían negativamente de inmediato o pasaban junto a mí sin siquiera mirarme. No llevaba ningún fruto, aunque corría por todas partes hasta que mis pies se ampollaran. Pensaba mucho en el Padre y la Madre que no dejaron de buscarnos a pesar de que fueron menospreciados por las criaturas, sin mencionar la hospitalidad, para que pudieran predicar las noticias de salvación al menos a un alma más. Esto me llenaba de energía cada vez que estaba a punto de perder las fuerzas.

Mientras nos incentivábamos y animábamos mutuamente, las preciosas almas comenzaron a venir a la Sion de Yokohama una por una. La hermana Angerma venía directamente a la iglesia en cuanto terminaba su trabajo para guardar los cultos desde que recibió la verdad. El hermano Gitada nos agradeció por detenerlo en la calle para que pudiera escuchar la verdad. El hermano Yuya, que recibió una nueva vida en noviembre y comprendió la verdad completamente, dijo con confianza: “Aunque alguien me ofreciera mucho dinero, no cambiaría la bendición del Día de Reposo por ello”. Dios llenó Sion con almas puras.

Viendo a tan adorables hermanos, deseaba poder quedarme más tiempo en Japón. Había muchas cosas que quería contarles y explicarles, pero para mi tristeza tenía que regresar a Corea. El Padre debe de haber sentido lo mismo cuando tuvo que emprender un largo viaje, dejando a sus hijos. Para mí, Yokohama fue un lugar donde pude comprender el corazón de Dios de muchas formas.

Como el proverbio: “La oscuridad reina a los pies del faro”, en realidad no consideré Japón como un lugar para predicar en el extranjero, puesto que está cerca de Corea. Sin embargo, a través de los dos viajes misioneros, sentí que Dios estaba iluminando aún más la luz del evangelio porque es un país vecino. Ahora lo único que le queda a Japón es que las flores broten con la luz del evangelio y produzcan abundantes frutos. Oro fervientemente para que Sion se establezca en todas partes de Japón y se llene de trigo.

También tomé la resolución de caminar con el Padre y la Madre hasta el fin mediante la obra del evangelio. Quizá me sentiré sola y tendré que sacrificarme, sin embargo, seguiré al Padre y a la Madre con gratitud y alegría porque es el camino que Ellos recorrieron primero. Doy gracias a Dios por permitirme ser testigo de la nueva y emocionante obra del evangelio en Japón. Como hija fiel, me dedicaré al evangelio no con el 99 % de fe, sino con el 100 % de fe.