Mack Horton, quien ganó una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, mediante un médico de su equipo recibió un mensaje de correo electrónico de uno de sus fanáticos. Según el correo electrónico, se sospechaba que tenía cáncer de piel porque este vio a Mack Horton en los Juegos Olímpicos y notó que un lunar en la parte superior de su pecho se había vuelto más grande y oscuro que antes. Horton fue al hospital de inmediato y el médico dijo que había un alto riesgo de que el lunar se convirtiera en melanoma. El melanoma es un tipo de cáncer de piel que se desarrolla cuando los melanocitos comienzan a crecer haciéndose malignos. Es una enfermedad mortal pero no presenta síntomas, por lo que no se puede detectar con precisión a menos que preste mucha atención a su piel. Gracias al fanático que le envió el mensaje de correo electrónico con preocupación y cariño por él, pudo salvar su vida al someterse a una cirugía antes de que fuera demasiado tarde.
Hace poco, Victoria Price, reportera de investigación de WFLA-TV en Florida, EE. UU., pudo detectar el cáncer en una etapa temprana, gracias a la perspicacia de una espectadora. El mensaje de correo electrónico de la espectadora decía que vio un bulto en su cuello y la instó a que lo revisaran, porque el bulto se parecía a uno que ella tenía y resultó ser cáncer de tiroides. Le diagnosticaron cáncer de tiroides que se estaba extendiendo a sus ganglios linfáticos. Posteriormente, expresó su gratitud a la espectadora a través de las redes sociales: “Si nunca hubiera recibido ese mensaje de correo electrónico, nunca habría llamado a mi médico. El cáncer habría seguido extendiéndose. Siempre estaré agradecida con la mujer que hizo todo lo posible por enviarme un mensaje de correo electrónico, aunque yo era una total desconocida”.
¿Qué les habría pasado a estas dos personas si nadie les hubiera dicho que tenían cáncer? Habrían pasado su tiempo sin saber lo que sucedía en su cuerpo; habrían sido diagnosticados cuando era demasiado tarde para un tratamiento adecuado. El cariño y el coraje del fanático y de la espectadora, que podría haber pensado que no tenía nada que ver con ellos, jugaron un papel decisivo para salvar vidas.
La Biblia registra la historia de Jonás, quien advirtió la destrucción de Nínive. Jonás caminó durante un día y predicó el mensaje de Dios por toda la ciudad de Nínive, que era tan grande que tardaba tres días recorrerla. El pueblo de Nínive, incluyendo el rey, que no había creído en Dios, escuchó la predicación de Jonás y se dio cuenta de sus pecados. De esta manera, todos se arrepintieron con ayuno. Como resultado, 120 000 personas se salvaron del desastre (Jon. 1-3). Si Jonás no hubiera predicado la voluntad de Dios, el pueblo de Nínive no se habría enterado del desastre que se avecinaba.
Dios también nos ha pedido que prediquemos el evangelio. La predicación del evangelio es una obra valiosa mediante la cual damos las buenas nuevas de salvación y salvamos muchas vidas. Hoy en día, muchas personas están expuestas a diversos peligros sin haber escuchado las buenas nuevas de salvación. Lo que necesitamos para salvarlos es el amor y el cuidado desbordantes que hemos recibido de Dios y un poco de coraje. No dudemos más, y antes de que sea muy tarde, gritemos en voz alta las buenas nuevas de salvación, el nuevo pacto.