
A fines de 2018, recibimos una abundante bendición del Espíritu Santo a través de la Fiesta de Predicación de la Nueva Jerusalén, y fuimos a una misión de corto plazo a Kobe, Japón, comenzando el año nuevo.
El primer día de nuestra misión de corto plazo, conocimos a personas que nos escucharon con gusto e hicimos una cita para volver a encontrarnos en otra ocasión. Parecía que iba a ser más sencillo de lo que esperábamos, pero poco después, resultó complicado realizar nuestra misión. La respuesta a nuestra predicación cuanto mucho era: “Fue interesante conocer lo que no sabía de la Biblia”. Difícilmente alguien relacionaba la palabra de Dios con su propia vida.
Pasando una o dos semanas, nos agotamos poco a poco. Nos sentíamos preocupados porque parecía que regresaríamos a Corea sin ningún resultado. Pero entonces, nos alentó el vídeo de ánimo del equipo de Fukuoka. Luego, nos unimos con el equipo de Osaka. Su pasión renovó nuestra mentalidad y nos recordó por qué vinimos a Japón, así que recuperamos el primer corazón.
Nos reunimos y continuamos con nuestra misión. Hasta la mañana del último día de la misión en Kobe, no llevamos ningún fruto aunque predicamos mucho. Entonces llegó la tarde. Suprimimos nuestra ansiedad y fuimos a predicar con la determinación de hacer nuestro mejor esfuerzo con el equipo de Osaka hasta el final. Una hora después, conocimos a una señora frente a una tienda departamental cerca de Sion. Debió ser complicado para ella concentrarse en la palabra de Dios porque la calle estaba abarrotada de transeúntes, pero prestó atención con detenimiento desde el inicio hasta el final de nuestra predicación. Como no hablábamos japonés con fluidez, predicamos de manera simple sobre la Pascua y le recomendamos recibir una nueva vida, palabras que habíamos pronunciado casi mil veces hasta entonces.
“Esperamos que guarde la Pascua y sea salva.”
“Sí, lo haré.”
Por un momento dudamos de lo que habíamos oído. Recibimos innumerables rechazos durante la predicación de corto plazo durante un mes. No obstante, encontramos a una persona que aceptó gustosamente seguir la palabra de Dios. Estábamos tan entusiasmados que saltamos de un lado a otro. Nuestros corazones vibraban por el hecho de finalmente haber encontrado a una hija a quien el Padre y la Madre habían estado esperando en Kobe.
Encontrar a un miembro de la familia celestial en Kobe fue como la conquista de Jericó de parte de los israelitas. La impenetrable ciudad de Jericó no se movió en absoluto incluso después de marchar alrededor de ella siete veces el séptimo día; pero cuando todos gritaron, colapsó. El programa de nuestra misión de corto plazo fue similar en muchas formas. No obtuvimos ningún resultado hasta que fuimos rechazados cientos de veces; pero cuando la iglesia sucursal de Kobe y la iglesia de Osaka predicaron en unidad, Dios abrió las puertas de la salvación.
“¡No se rindan hasta el final!”
Dado que tuvimos una gran comprensión mediante la misión de corto plazo en Kobe, hicimos la resolución de ser mejores que antes en nuestra vida de la fe en el camino de regreso. Ahora que hemos aprendido cómo lograr un resultado del evangelio, pondremos en práctica la voluntad de Dios. Sobre todo, no olvidaremos el sacrificio de la Madre celestial, quien habría orado por nosotros más de diez mil veces mientras predicábamos a miles de personas. Así como el rey David añoraba Jerusalén, nosotros también añoraremos a la Madre celestial Nueva Jerusalén, y participaremos diariamente en la obra del evangelio con la mentalidad de la misión de corto plazo.