Después de una larga espera

Elisangela de Oliveira Silva Assuncao, desde Feira de Santana, Brasil

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Mi esposo y yo administramos un pequeño negocio de comida. Usualmente trabajamos de 6 a. m a 4 p. m, pero un día dejamos el trabajo alrededor de las 2 p. m. y vinimos a casa porque cogí un resfriado y estaba muy enferma. Mientras cerraba las ventanas para recostarme y tomar un descanso, vi algunas personas yendo de puerta en puerta. Ya que era un día de verano muy caluroso, me preguntaba qué estaban haciendo bajo el sol abrasador. Cuando tocaron mi puerta, le pedí a mi esposo que abriera rápidamente. Él me preguntó: “¿Quieres que abra la puerta a personas que ni siquiera conoces?”. Respondí que sí.

Estaba llena de curiosidad, así que rápidamente abrí la puerta y los saludé. Ellos se presentaron como miembros de la Iglesia de Dios que estaban predicando acerca de Dios Madre. Ya que era algo que no había escuchado antes, sentí interés y les pedí que pasaran. Abrieron la Biblia y nos explicaron que tenemos a Dios Madre que nos da el agua de la vida. Era realmente sorprendente, y pensé que tenía mucho sentido que exista Dios Madre ya que tenemos a Dios Padre.

Me bauticé de inmediato. Mi esposo que estaba allí conmigo se sorprendió porque ya habíamos estado asistiendo a otra iglesia.

“¡Ya hemos sido bautizados!”

“Lo sé, pero esta es la verdad de Dios. ¡Tú también deberías bautizarte!”

Mi esposo aceptó, y renacimos como hijos de Dios el mismo día.

Los miembros dijeron que ya habían venido dos veces a nuestra casa, pero nunca nos encontraron; sin embargo, aquel día pudieron encontrarnos porque enfermé y volvimos a casa temprano. Creo que todo fue la voluntad de Dios.

Después de eso, mi esposo y yo comenzamos a guardar los mandamientos de Dios. Sin embargo, como las hermanas y hermanos coreanos que habían estado aquí unos años, regresaron a Corea, no sabíamos cómo guardaríamos los cultos. Guardábamos los cultos en casa, y para celebrar la Pascua fuimos a la Sion de Salvador, lo cual tomó dos horas en autobús. Los hermanos y hermanas nos preguntaron si no estábamos cansados de viajar una larga distancia, pero no lo estábamos en absoluto. Más bien, solo nos sentíamos felices de guardar la verdad de Dios. De esa manera, mi esposo y yo guardamos nuestra fe durante cinco años, siguiendo al Padre y a la Madre del cielo absolutamente.

Cada noche, oraba a la Madre celestial para que también permitiera el establecimiento de una Sion en Feira de Santana para que pudiéramos guardar las fiestas sagradamente y encontrar nuevos hermanos y hermanas. También escribía cartas a la Madre. Por la gracia de Dios, escuchamos las noticias de que finalmente los miembros de la Sion de Salvador vendrían para establecer Sion. Estaba feliz de escuchar eso, pero para ser honesta, no lo creía, probablemente porque había estado esperando esas noticias por mucho tiempo.

Muchas personas nos habían perseguido por el hecho de que no había Iglesia de Dios en Feira de Santana, o nos habían invitado a otras iglesias. Sin embargo, no los escuchábamos. Era porque sabíamos que solo la Iglesia de Dios tenía la verdad de vida, y nosotros creíamos solo en el Padre y en la Madre celestiales. Aunque las personas se burlaban de nosotros, guardamos nuestra fe firmemente, rindiendo culto en casa. También habíamos planeado mudarnos a otra ciudad donde hubiera Sion.

Un Día de Reposo en junio, rendíamos el culto del Día de Reposo en casa como siempre. Después del culto, estaba a punto de preparar el almuerzo cuando alguien tocó la puerta. Abrí la puerta y vi a los hermanos y hermanas de pie en la puerta. ¡Estaban aquí para establecer Sion! Me emocioné mucho y me sentí muy feliz porque tendríamos un lugar para rendir culto con nuestros hermanos y hermanas. Verdaderamente di gracias al Padre y a la Madre celestiales por darme tan grande bendición.

Ahora, la Casa-Iglesia de Feira de Santana se encuentra a unos 40 minutos a pie de nuestra casa. Estamos encontrando nuevos y hermosos hermanos y hermanas bajo la gracia del Padre y la Madre celestiales, guardando todas las fiestas y cultos con alegría. Doy sinceras gracias a la Madre celestial por escuchar nuestras oraciones y por darnos la bendición de sentir su amor.