La lección especial de la Madre

Kim Min-cheol, desde Anyang, Corea

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En la Biblia, la juventud es comparada con el rocío del alba. El puro y limpio rocío del alba es hermoso, pero solo se puede ver por un momento. Aunque los jóvenes reciben grandes bendiciones en el tiempo de la juventud, este pasa rápidamente. Por ello decidí que tomaría la bendición cada vez que tuviera la oportunidad. A principios de este año, me registré para una misión de corto plazo a Ciudad Quezón, Filipinas, luego de regresar de Panaji, India.

Ciudad Quezón es la ciudad más grande ubicada en el sudoeste de Luzón. La población es tan grande como la vasta tierra, y hay una Asamblea Nacional, oficinas gubernamentales y prestigiosas escuelas. Es probable que, debido a ello, la ciudad se haya desarrollado más de lo que había pensado. Sin embargo, el agua era cortada con frecuencia, por lo que tuvimos que almacenar agua para ducharnos durante el viaje misionero.

La mayoría de los filipinos son católicos, así que era sencillo conversar sobre Dios y la Biblia. También estaban dispuestos a escuchar. No obstante, cuando compartíamos las palabras de Dios por un largo tiempo y sugeríamos que renacieran como hijos de Dios, ponían excusas como: “Tengo que ir a trabajar”, “Tengo que cuidar a mi hermano menor”, o “Es complicado cambiar de religión”. Me sentía triste al verlos perder la oportunidad de la salvación incluso cuando decían creer y entender la Biblia.

Como fui rechazado por las personas durante días, pensé que quizá me faltaba algo. Al reflexionar en mí, estaba lleno de defectos. Durante el viaje misionero, no hice mi mejor esfuerzo en las tareas que me encomendaron; y cuando enfrenté dificultades, confié solo en mí en vez de confiar en Dios. Necesitaba más fervor y paciencia para salvar almas.

Para arreglar aquello en lo que era imperfecto, comencé a llevar a cabo la misión fielmente y muchas veces recordaba las palabras del Padre: “Confíen solo en Dios”. Oré con el fin de predicar el evangelio con el corazón del Padre y la Madre celestiales y encontrar un alma que buscara ansiosamente a Dios.

Conocí a un hombre en el parque y le prediqué sobre Dios Madre. Me sorprendí porque dijo que por mucho tiempo había pensado que debía existir no solo Dios Padre sino también Dios Madre, ya que todo tiene su compañera. Eso no fue todo. Cuando escuchó sobre Cristo que vino por segunda vez de Corea, los confines de la tierra en el oriente, abrió bien los ojos y preguntó: “¿Es cierto que Jesús vino por segunda vez a Corea? He estado pensando que Él vendría a Corea”.

Él había estado estudiando la Biblia solo, y esperando que Cristo viniera por segunda vez. Incluso nos mostró versículos que profetizaban la segunda venida de Cristo. Él prometió vernos al día siguiente en el mismo lugar para estudiar más la Biblia y se marchó. Mi corazón latía rápidamente. Oré fervientemente para que el alma que buscaba a Dios con ansiedad, recibiera la bendición de la salvación sin falta.

Al día siguiente, la hora señalada se acercaba, pero él no aparecía. Nos sentíamos preocupados. No podíamos localizarlo y pensamos en volver porque no apareció tras una larga espera. No obstante, su alegría por las noticias de Jesús en su segunda venida y Dios Madre seguían presentes en mi mente, por lo que no pudimos irnos. Lo esperamos por horas, pensando: “Esperaremos un poco más”. Entonces escuchamos a alguien corriendo apresuradamente y llamándonos. ¡Era él! Luego nos enteramos de que había extraviado su teléfono móvil en un yipni en el camino y tuvo que reportar la pérdida. Nos contó que mientras venía, estaba orando para poder encontrarnos. Vino a Sion para estudiar la Biblia y recibió la bendición de una nueva vida de inmediato. El hermano estaba feliz de conocer a Dios Elohim y ahora estudia la Biblia con diligencia.

El hermano David, que es un universitario encontrado durante la misión de corto plazo, también es entusiasta. Luego de escuchar con un amigo sobre Dios Madre, discutió el asunto y dio a conocer la existencia de Dios Madre a sus compañeros de clase. Vino a Sion para estudiar la Biblia hasta muy de noche durante días, y comenzó a predicar la verdad cuatro días después de haberla recibido. Su actitud activa influyó positivamente en los miembros existentes.

La misión que realizamos en Ciudad Quezón fue una lección especial que la Madre nos concedió. Aprendí mucho sobre la forma de dar lo mejor de mí para la misión dada por Dios, y la manera de guiar un alma a Dios con paciencia, confiando únicamente en Dios, y aprendí a arrepentirme. Tras recibir estas lecciones en Filipinas, sentí que me acerqué más a mi sueño, que es convertirme en profeta en el extranjero.

Muchos miembros en Filipinas trabajan de noche y predican el evangelio en la mañana y la tarde, acortando sus horas de sueño. Están esforzándose mucho por salvar almas con una fe y espíritu fuerte incluso bajo el sol abrasador y la intensa lluvia. Yo también ayudaré poniendo en práctica lo que aprendí en Filipinas.